Carola Chávez: Bombardear el diálogo para bombardear
Publicado: 30/05/2016 03:12 PM
Sinceramente, no sé cómo dialogar con el antichavismo, si pienso en términos de un diálogo político. Ni ellos me van a convencer a mí, ni yo los voy a convencer a ellos. Lo que sí sé es que a diario dialogamos términos cotidianos. Y no solo queda en diálogo sino que se transforma en acción. Mamás del colegio apoyándose para conseguir objetivos, vecinos actuando juntos para resolver temas comunes. Es algo que hacemos la mayoría de los venezolanos todos los días sin cálculos, sin recelos, simplemente lo hacemos.
Hoy, en medio de la tensión política, el Gobierno y sectores de la oposición tantean un diálogo necesario para conjurar los planes de otros sectores que nada tienen que ver con los intereses de los venezolanos. Entonces saltan las costuras.
El ultra antichavismo, el sector más violento de una oposición que no ha sido precisamente pacífica -Remember “descarguen su arrechera-, apenas supo del inicio de una exploración para un posible diálogo entre gobierno y oposición, saltó por las redes sociales, su último reducto comunicacional, a condenar, amenazar, bombardear, escupir y patalear, porque la paz que se refuerza con el diálogo no es su negocio.
No sorprende que los mismos violentos de siempre, los que han recorrido el mundo pidiendo intervenciones extrajeras para Venezuela, los que han sembrado guarimbas sangrientas con sus dolorosas cosechas de muertos, los que financian con dinero verde del Departamento de Estado organizaciones paramilitares. Los que aplauden a Uribe, el que le faltó tiempo -cojones, bien le corrigió Chávez- para declararnos una guerra y que hoy clama por un ejército extranjero que nos invada. Los que tienen todo arreglado en Madrid, Miami o Nueva York, para cuando sus deseos se cumplan, ellos y sus familias estén a buen resguardo, lejos de la masacre que supone la llegada de la “libertad” que desde afuera nos quieren imponer.
Como digo, no me sorprende, ellos ya tienen sus cuentas sacadas, sus refugios dorados, sus nuevas nacionalidades, las que siempre desearon. Lo que sí me sorprende es que los acompañen antichavistas clase media que no tendrían para donde coger en caso de que cristalice el sueño de un grupo de millonarios cuya patria es sus bolsillos… la pesadilla para el resto.
Entonces, por contagio digital, empieza la epidemia; empieza el secuestro y se renueva el síndrome de Estocolmo. Gente común y corriente, sin más activismo político que algún eventual mensajito de whatsapp y su voto definitivamente opositor cada vez que se convoca a una elección, esos que ya ni cacerolean, desconectados del contexto global, inconscientes de lo que significa vivir sobre las reservas de petróleo más grandes del mundo, estacionan la cordura para servir de tontos útiles en este cuchillo para sus pescuezos del diálogo bombardeado, que allanaría el camino para verdaderos bombardeos -humanitarios, eso sí-.
Esta gente, vecinos, compañeros de lo cotidiano, me producen un doloroso recuerdo a futuro retratado en los miles y miles de refugiados libios y sirios que cruzan el Mediterráneo con sus ropitas buenas, casi en harapos, llenas de charco y sangre, huyendo de las guerras que ellos ayudaron a servir en bandeja de plomo.
¡Ay, Carola, qué necia eres con esa pendejada de una guerra! Ay, vecinos, eso mismo decían aquellos en el norte de Africa, hoy vecinos en algún campamento de refugiados, que también compraron, a pérdida total, la democracia y libertad que los gringos les vendieron.
Aquí, basta ver quiénes se oponen al diálogo para saber que es necesario dialogar.
CAROLA CHÁVEZ / @Tongorocho