Chavistamente: La errática candidata errante

La candidata errante va por las calles, más sola que la una, buscando al gentío que la sigue en las redes sociales
Con el Mazo Dando

Publicado: 25/07/2018 05:48 PM

Ella bajaba por una calle sin gente, a quién sabe qué hora de qué mañana caraqueña. Bajaba con su habitual gesto forzado, con las venas de cuello brotadas, ese rictus labial que no es sonrisa ni es nada, es un ataque de nervios, un ego soberbio que no pudo digerir la insumisión de los que tenían que ser sumisos, es una psiquis quebrada por la arrogancia estrellada contra un muro de lo que su abuela llamaría parejería. Bajaba por la calle sola, hablando sola, gritando sola, saludando a los balcones vacíos, narrando un paro nacional, una gran tranca, “Todas las calles cerradas, mi valiente Venezuela, todo el país trancado…” Y la van grabando en un video que la desmiente, y ella tuitea el video de su delirio, orgullosa, con su mentón apuntando a la luna y los pellejos de su pescuezo delatando que la rabia marchita y mucho…

La candidata errante va por las calles, más sola que la una, buscando al gentío que la sigue en las redes sociales, aquellos que le hacen retuit, que le piden más sangre, queremos sangre Maria, y ella contesta firme: ”No, los queremos vivos, para que sufran” y aquello es una avalancha de retuits salivantes. Ahhh, las redes dan para tanto, en cambio las calles no son más que ingratitud y silencio. Una irrealidad perversa de cuatro millones y medio de seguidores que en la vida real no llegan ni a cien mil votos. Pero de algo hay que aferrar se. por eso, mientras ella camine por una calle solitaria y en paz, alguien retuitee que ella camina por un país encendido que quiere “dimisión ya“, ella seguirá caminando… y tuiteando.

Protestan en el Perez Carreño los trabajadores de la salud. ¡Corre que ahí es la foto, bañada de pueblo en pie de lucha, corre!… Y se acerca caminando mientras la graban en video, y empiezo a sospechar que quien la graba le guarda un profundo rencor por algo terrible, porque de otro modo no se puede explicar que le hagan pasar esas penas… Y va caminando con su mentón alzado, su espalda exageradamente erguida, con su paso largo, firme, decidido… Allá adelante, quienes protestan, la ven venir… Ella los mira y aprieta el paso y su voz se vuelve un agudo chillido, mientras narra su gesta heroica en vivo, directo, vía Periscope. Allá voy.

¡Allá viene, corran! Los trabajadores disolvieron la protesta y se reincorporaron a sus labores dejándola sola, otra vez, en medio de una calle casi vacía, donde media docena de personas que no tuvieron tiempo para huir, la escucharon preocupados porque en ese hospital no hay pabellón de psiquiatría. Lo mismo había pasado días antes en el Hospital Clínico Universitario, el mismo reclamo, la misma presencia indeseada, y los trabajadores huyendo hacia su centro de trabajo… y ella, en video, protagonizando la persistente soledad más sola…

Y sigue su camino la errática candidata errante, a cualquier pueblito que no conoce y que no le importa, a subirse en un carro de chicha para que la graben, a freír chicharrón con pelos aguantando las nauseas, a dejarse besar por alguna indígena sudorosa y limpiarse el cachete mientras la graban porque no puede, no debe, ocultar su asco. Allá va la errática candidata errante, a quién sabe qué caserío -mientras más caserío mejor, para ser popular, o sea, you know- y subirse en un taburete y lanzarse un discurso sobre actuado para una multitud de tres lugareños curiosos que la miran divertidos, y cuatro de sus acompañantes de Vente, con sombreros de paja encasquetados para que parezcan de ahí, aunque no parezcan, y hagan bulto en el video.

¡Tuit! Retuit, retuit, retuit, se burlan las redes.

CAROLA CHÁVEZ
@Tongorocho

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