¡Conózcalo aquí! Esto es lo que esconde el mal llamado Pacto de Punto Fijo (+AD, Copei y URD)
Publicado: 07/11/2018 06:39 PM
El Pacto de Rockefeller
Compatriotas el que no conoce su historia está condenado a repetir los mismos errores y sin saber por qué…
En estos momentos arde “la troya opositora”, y se chamuscan hasta sus dirigentes más aplaudidos, metáfora muy apropiada en estos días en que se conmemoró un año más de una fecha que fue peor que el día de brujas, muertos y aparecidos, se trata del fatídico Pacto de Punto Fijo, firmado el 31 de octubre de 1958, por un fulano Brujo de Guatire, el insípido de Rafael Caldera y el exiliado Jóvito Villalba.
Ciertamente hubo un brindis en la casa de Caldera, la Quinta de Punto Fijo, que quedaba en la Avenida Francisco Solano López, de Sabana Grande, el cual se hizo después de darle un golpe de estado a Marcos Pérez Jiménez, y pocos meses antes de las elecciones del 58.
Ya todos conocemos la tragedia que se le vino al pueblo venezolano por 40 años, lo que poco se conoce es la verdadera historia, pues ese pacto firmado en la Quinta Punto Fijo, solo era un parapeto para los ignorantes, porque el nombre original del mismo, era el Pacto de Nueva York o Pacto de Rockefeller, pues se firmó en esa ciudad del imperio, bajo los auspicios de Nelson Rockefeller, el mismo jefe de la Standard Oil, que se conoce hoy día como Exxon-Mobil.
Pues sí, en diciembre de 1957, Rockefeller reunió a los exiliados Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (COPEI) y Jóvito Villalba (URD) como sus cómplices políticos, que le venderían el país y sus recursos petroleros a precio de “chicle masticado”. Sus partidos reemplazarían a la “dictadura” y serían los encargados de controlar el Tesoro Nacional, la Fuerza Armada Nacional y el Banco Central, para favorecer el emporio empresarial de Rockefeller y Fedecámaras. Al final, quien se sentó en la silla de Miraflores después de las elecciones del 58, fue un representante de los Estados Unidos (EEUU), país “vencedor” de la Segunda Guerra Imperial y creador del cinturón de castidad económico, que aún domina las finanzas mundiales.
En ese diciembre del 57, Betancourt se reúne en Washington con el Departamento de Estado, llevado de la mano por el empresario Serafino Romualdi, amigo de Rockefeller, y Jefe de la Oficina de Relaciones Obreras para América Latina, en la oficina del diplomático norteamericano, John Davies Junior, Coordinador de Asuntos Suramericanos. En esa reunión se plantearían los acuerdos para la definición de los cargos políticos luego de la caída de la dictadura y por supuesto las ganancias de los gringos, traducidas en petróleo. En esos días, Betancourt tuvo varias reuniones en Nueva York, entre las que se mencionan, con Jay Lovestone, jefe de la política exterior de la Federación Estadounidense del Trabajo, con Adolph Berle, ex Subsecretario de Estado y consejero de política exterior del partido demócrata, entrevistas con dueños de medios de comunicación, almuerzos de cortesía en el Carnegie Hall, almuerzo con los uerredistas en Washington, hasta una novia se consiguió Betancourt en esa andanzas, la señora Frances Grant, del Departamento de Estado, quien lo acompañó hasta su auto-exilio en Suiza.
Luego de ese periplo romuliano, y reuniones en Washington, el gobierno de los EEUU a través del vicepresidente Richard Nixon, le dio el visto bueno al Pacto, eso sí, excluyendo a los comunistas; además recibió el visto bueno John Foster Dulles del Departamento de Estado y el consabido apoyo de Rockefeller; a tales fines fue invitado Caldera a Nueva York y en presencia de Villalba, el Pacto de Nueva York o de Rockefeller, fue firmado en el Athletic Club de Nueva York el 20 de diciembre de 1957 con la presencia de los amigos de Rockefeller y demás autoridades gringas, algunos historiadores sugieren que la firma fue en el Hotel Waldorf Astoria, pero lo cierto es que fue en Nueva York; meses después del golpe de estado contra Pérez Jiménez, el 31 de octubre de 1958, se firma en Caracas, una versión popular de ese Pacto, con el respectivo show mediático, como si fuera algo nuevo, ya la trampa estaba montada desde Nueva York y aquí la llamaron “Pacto de Punto Fijo”.
Muerto ese Pacto, los gringos con sus lacayos opositores venezolanos, han intentado revivirlo con diferentes nombres, algunos rimbombantes, tales como “La Fiesta Mexicana”; el "Pacto del Club La Romana", en la villa “Casa Bonita” de Gustavo Cisneros (representante de Rockefeller), en República Dominicana, donde excluyeron al Monstruo de Ramo Verde (Leopoldo López) de las primarias de la Mesa de la Unidad Democrática; y otros pactos, como el llamado Frente Amplio y el próximo Congreso del Frente Amplio; que será otro estruendoso fracaso, y como es costumbre de la derecha venezolana, pocos son los convocados, pero muchísimo menos “los elegidos”.
Y parafraseando a Margot, la esposa de un escuálido en decadencia, recordamos que: "Esa flor ya no retoña, la secó la Revolución".