En 1953 Fidel Castro comandó el Asalto al Cuartel Moncada en Cuba



Publicado: 26/07/2015 09:45 AM

El Asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, fue parte de una acción armada realizada el 26 de julio de 1953 con el fin de derrocar al dictador Fulgencio Batista, realizada por un grupo de hombres y mujeres de la juventud del Partido Ortodoxo al mando del entonces abogado Fidel Castro.

El movimiento se completó con el ataque al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo y fue rápidamente derrotado. Durante el juicio a los atacantes, Fidel Castro se haría conocido en todo el país al autodefenderse poniendo en evidencia las torturas ejecutadas por el gobierno al punto que se lo declaró enfermo para evitar su presencia en el juicio. A pesar de ello presentó su alegato por escrito, documento histórico que se hizo conocido como La historia me absolverá.

El plan se elaboró en absoluto secreto, además de Fidel, solamente lo conocían dos compañeros de la dirección del movimiento y su responsable en Santiago de Cuba, los demás sabían que se iba a realizar un combate decisivo, pero ignoraban cuál era exactamente éste.

Por orientaciones de Fidel, sus miembros se reclutaron entre las clases y sectores humildes de la población: obreros, campesinos, empleados, profesionales modestos. Eran hombres y mujeres preferentemente jóvenes, ajenos a toda ambición, no infectados por el anticomunismo ni por las lacras y vicios de la política tradicional. A principios de 1953, el movimiento contaba aproximadamente con 1 200 miembros.

Las armas, los uniformes y los recursos necesarios para la lucha se obtuvieron sin recurrir a la ayuda de personas acaudaladas ni de políticos corrompidos. Su adquisición fue posible fundamentalmente por la voluntad y el sacrificio personal de los propios combatientes. Se escogió para la acción, el 26 de julio por ser domingo de carnaval, fiesta a la que tradicionalmente asistían personas de diferentes puntos de la isla, por lo cual la presencia de jóvenes de otras provincias no causaría extrañeza.

De los 135 revolucionarios, 131 dieron el paso al frente. Los cuatro arrepentidos recibieron la orden de regresar a sus puntos de origen, y poco después de las 4:00 El grupo principal, dirigido por Fidel, llegó según lo previsto hasta una de las postas, la No. 3, la desarmó y traspuso la garita. Pero una patrulla de recorrido que llegó inesperadamente, y un sargento que apareció de improviso por una calle lateral, provocaron un tiroteo prematuro que alertó a la tropa y permitió que se movilizara rápidamente el campamento.

La sorpresa, factor decisivo del éxito, no se había logrado. La lucha se entabló fuera del cuartel y se prolongó en un combate de posiciones.

Los asaltantes se hallaban en total desventaja frente a un enemigo superior en armas y en hombres, atrincherado dentro de aquella fortaleza. Otro elemento adverso, también accidental, fue que los atacantes no pudieron contar con varios automóviles donde iban las mejores armas, pues sus ocupantes se extraviaron antes de llegar al Moncada en una ciudad que no conocían.

Comprendiendo que continuar la lucha en esas condiciones era un suicidio colectivo, Fidel ordenó la retirada.

Al mismo tiempo que esto ocurría en Santiago, 28 revolucionarios asaltaban al cuartel de Bayamo, operación que también fracasó.3596073580_1860271237_o

Inmediatamente después de estos hechos, la dictadura reaccionó con una brutal represión. Batista decretó el estado de sitio en Santiago de Cuba y la suspensión de las garantías constitucionales en todo el territorio nacional; clausuró el periódico Noticias de Hoy, órgano del Partido Socialista Popular, y aplicó la censura a la prensa y la radio de todo el país. Creaba así las condiciones para lanzar a los cuerpos represivos con violencia y sin riesgo de publicidad contra la rebeldía popular.

En relación con los asaltantes del Moncada, ordenó que se asesinara a diez revolucionarios por cada soldado muerto en combate excepto unos pocos combatientes que pudieron escapar ayudados por el pueblo, casi todos los demás fueron capturados y gran parte de ellos asesinados en los días sucesivos. Además, a diferencia del trato humano dado por los revolucionarios a los militares que cayeron en su poder, los asaltantes prisioneros fueron torturados antes de ser ultimados, y después se les presentó como caídos en combate.

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