Hace 44 años murió Salvador Allende, defensor incansable del pueblo chileno
Publicado: 11/09/2017 08:35 AM
El 11 de septiembre de 1973 murió Salvador Allende, tras el golpe militar que instauró la dictadura fascista en Chile. Luego del último aviso para abandonar el poder, el presidente chileno respondió “Defenderé con mi vida la autoridad que el pueblo me entregó”, pocas horas después de sus últimas palabras, su cadáver yacía envuelto en una bandera chilena entre las ruinas del Palacio de la Moneda, en un hecho que aún no se ha esclarecido del todo.
Con su derrocamiento y muerte culminó la conspiración fraguada desde el mismo día de su triunfo electoral y se inició una feroz represión que costaría la vida a miles de chilenos.
El rol político de Allende fue mantener la revolución socialista en Chile e imponer la paz social al suprimir la poderosa ofensiva contra la clase trabajadora. Debido a su posición política las dificultades que debió enfrentar su gobierno fueron inmensas. Su plan de acción de Salvador priorizó a la socialización de empresas privadas, también se concretó la nacionalización del cobre, sin pago de indemnizaciones a las empresas norteamericanas, lo cual significó el enfrentamiento con los Estados Unidos, quienes a partir de ese momento apoyaron abiertamente a los grupos opositores al gobierno socialista.
Dicha oposición se generó en varios frentes estratégicos que buscaban la caída de su gobierno, sin embargo, ante la dura oposición, él contaba con un apoyo importante del pueblo chileno, el cual siempre apoyó y buscó darle los mayores beneficios en los servicios básicos, al igual que a las organizaciones de trabajadores, campesinos y pobladores urbanos en sus demandas de participación.
Allende murió luchando, sin darse por vencido. Sin embargo con su derrocamiento se permitió en Chile la instalación del salvaje modelo económico neoliberal, de esta forma se terminó con el Estado de Derecho y las instituciones, dando inicio a 17 años de dictadura, en un régimen que se impuso por la fuerza y se mantuvo de manera violenta, como un orden autoritario de facto, en un período desdichado marcado por las represiones, allanamientos, exilios, violaciones a los derechos humanos, torturas y muertes.