Jesús Faria: La resistencia de Rusia frente a las brutales sanciones de EEUU-UE y el surgimiento del nuevo orden mundial
Publicado: 09/04/2022 05:01 PM
La
operación militar iniciada por la Federación de Rusia el pasado 24 de febrero
en Ucrania tiene los siguientes propósitos: i) frenar el grosero y agresivo
expansionismo de la OTAN; ii) finalizar una guerra propulsada por el gobierno
en Kiev por más de 8 años en contra de las Repúblicas Populares del Donbás que
le costó la vida a más de 14 mil personas de esa región; iii) desmilitarizar a
Ucrania, que con el apoyo descarado de la OTAN se ha convertido en una
creciente amenaza para la seguridad de Rusia y para la paz de Europa; iv)
erradicar el nazismo arraigado cada vez con mayor fuerza en las estructuras de
poder de la sociedad ucraniana.
De
tal manera que el conflicto en Ucrania constituye una clara expresión de la
confrontación abierta de la Federación de Rusia y la OTAN, que cuenta con un
gigantesco arsenal armamentista y un criminal expediente de guerras y terror.
Es así como Rusia cumple con una colosal tarea en nombre de toda la humanidad:
frenar una arremetida imperialista de los EEUU y la OTAN, en general, que pone
en serio peligro a la paz mundial y, con ello, a la existencia de la vida
humana en el planeta.
Ante
ello, los imperialismos yanqui y europeo reaccionaron con la agresividad y
arrogancia de costumbre. Se desató contra Rusia una guerra total, llamada
guerra híbrida en la actualidad, que abarca las áreas militar, diplomática,
política, comunicacional, cultural, económica…. Además de reforzar con armas a
Ucrania para alargar el enfrentamiento militar desangrando a ese país, por una
parte, y
desplegar una manipulación mediática global sin precedentes, por la
otra; ha aplicado más de cinco mil sanciones económicas, tan ilegales como
brutales, contra la Federación de Rusia.
El propósito es evidente: colapsar la economía rusa, provocar el desplome de la producción y la moneda, hacer incontrolables las perturbaciones financieras y cambiarias.
Estas sanciones van desde la confiscación de activos públicos y privados rusos en el mundo occidental; pasando por la salida de cientos de empresas occidentales del país; la prohibición de vender a Rusia productos y servicios de toda naturaleza, especialmente los de alta tecnología; la suspensión de compras de todo tipo de productos rusos en el exterior; la exclusión del sistema bancario y de los mercados financieros internacionales; hasta llegar a la prohibición del transporte ruso en los espacios aéreos y puertos marítimos occidentales.
Esta
agresión económica apunta no solo a deteriorar la base material de una gran
potencia como Rusia y hacerla incapaz de enfrentar los propósitos hegemónicos
de los EEUU, sino que también buscan generar un caos social creciente para
deponer al presidente Putin.
En ese sentido, las políticas de cambio de régimen aplicadas recurrentemente por Washington para atacar a pequeñas naciones que se rebelan a sus dictados, son adoptadas también contra una poderosa potencia como Rusia, tal como lo señalara recientemente de manera torpe y descarada el presidente Biden en Varsovia. Se trata de una aventura muy peligrosa de un imperio decadente.
Sin
embargo, la economía rusa ha tenido un desarrollo muy importante en los últimos
años. Ha elevado su capacidad industrial; ha acumulado importantes activos
financieros para el desarrollo y para atender graves contingencias; el Estado
dispone de una elevada fortaleza financiera; existe una fuerza de trabajo
altamente calificada; se ha venido integrando crecientemente con potencias
emergentes como China y la India, por solo mencionar dos de ellas; entre otras
muchas fortalezas. Adicionalmente, el presidente Putin goza de inmenso y
creciente apoyo popular.
En
este escenario, el gobierno ruso centra sus esfuerzos económicos en garantizar
el abastecimiento de bienes de consumo masivo y medicinas para la población,
aplacar presiones inflacionarias, preservar el valor de la moneda nacional,
frenar la fuga masiva de capitales, garantizar la continuidad de la producción,
evitar el desempleo masivo, mantener el ingreso nacional, …
Para
superar las actuales contingencias, el gobierno ruso ha adoptado un conjunto de
importantes medidas, entre las cuales destacan:
financiamiento a la industria y agricultura a bajas tasas de interés;
transferencias de recursos para el pago de salarios, así como aumento de las
remuneraciones del sector publico y de las pensiones; financiamiento para el
mantenimiento del empleo en los sectores económicos más afectados; estímulos
fiscales y financieros para la sustitución de importaciones; promoción del
desarrollo tecnológico nacional; restricción en la adquisición de divisas; aumento
temporal de la tasa de interés para detener la salida de capitales, restricción
de exportaciones de los bienes de primera necesidad y otros de importancia
estratégicas; reintegro obligatorio del 80% de las divisas provenientes de las
exportaciones; pago en rublos de las exportaciones rusas de petróleo y gas a
Europa; activación de sistemas alternativos al SWIFT (nacional y de los
aliados); inyección de recursos a la banca; fortalecimiento de la inversión
social...
Como
lo ha dicho el presidente Putin, hay un escenario muy complejo en lo económico,
pero Rusia cuenta con los recursos para enfrentarlo. A ello agregó, que de
estas dificultades saldrán más fortalecidos, menos vulnerables a los ataques
económicos externos, con un mayor grado de diversificación e industrialización.
Por
otra parte, la furiosa guerra económica desatada por los EEUU y sus aliados en
contra de Rusia y su pueblo le estalla actualmente en la cara a sus promotores.
El ataque a una nación que aporta buena parte del petróleo, gas, trigo,
fertilizantes, entre otros muchos commodities que se demandan en el mundo, ha
tenido y seguirá teniendo graves repercusiones en el desempeño de la economía
global.
En lo
energético, los precios del petróleo se dispararon hasta llegar a niveles
históricos y, aunque luego retrocedieron, se mantienen por encima de los 100
dólares el barril. Lo mismo ocurre con el gas. Esto ha desatado serias
presiones inflacionarias en los EEUU y Europa. En los EEUU se registran los
mayores niveles inflacionarios de los últimos 40 años. Según todos los sondeos
de opinión, se trata del mayor problema que afronta la población
estadounidense. En un año electoral, esto promete sepultar cualquier esperanza
de los demócratas de Biden para mantener la mayoría parlamentaria. Además, de
acuerdo a los análisis del Deutsche Bank
proyecta una recesión económica en los EEUU para el año 2023, fomentada por la
destrucción de demanda ocasionada por el alza de los precios, así como también
por las políticas antiinflacionarias que frenan el crecimiento económico.
En
cuanto a Europa, que tiene una alta dependencia del petróleo, pero
fundamentalmente del gas ruso, actualmente exhibe la mayor inflación desde que
se mide esa variable en la zona del euro. La postura de Europa en materia de
sanciones, además de vergonzosa, es absolutamente irracional. Se ponen a la
cola de la política yanqui a pesar de que con ello sus intereses se ven
dramáticamente afectados.
En
este contexto, la economía global también apunta a un escenario de inflación,
propulsada por los crecientes precios de la energía, pero también de los
alimentos. Adicionalmente a ello, organismos de la ONU han alertado sobre los
peligros de una severa hambruna que afectará, esencialmente, a las naciones
pobres. Pero además de la creciente inflación, surge el peligro de una recesión
mundial.
Asimismo,
se aceleran las tendencias que apuntan a la consolidación de un nuevo orden
mundial. El imperialismo yanqui, en progresiva decadencia desde hace décadas,
continuará perdiendo espacios vitales en lo político, militar, tecnológico y
económico. La configuración de un mundo
compuesto por polos de poder que garantizan equilibrios para el desarrollo más
seguro estable y equitativo del planeta experimentará un salto cualitativo. La
crisis en Ucrania ocasionada por la obsesión hegemónica de los EEUU se revierte
en contra de sus propios intereses.
Las
manifestaciones económicas más visibles del naciente orden mundial se expresan
en los siguientes procesos: i) el surgimiento incipiente de un sistema
monetario al margen del dólar; ii) el incremento de flujos comerciales y nuevas
cadenas de producción más allá de las potencias occidentales; iii) la
concreción de la iniciativa de una banca de desarrollo que no responda a
intereses de dominación; iv) el despliegue de un sistema bancario internacional
basado en la confianza y el respeto; v) mecanismos de cooperación económica,
energética, alimentaria y para el desarrollo tecnológico; vi) el
fortalecimiento de proyectos de inversión regional y bilaterales…
A
raíz de la crisis en Ucrania, el bloque de naciones encabezado por China y
Rusia profundizará la construcción de un orden mundial, donde se elimine el
chantaje económico como arma para la dominación política, donde se respete la
independencia de cada una de las naciones, donde se desarrollen sin tutelajes
ni condicionamientos las relaciones económicas entre las naciones, donde se
potencien al máximo las capacidades de creación de riqueza de todas las
naciones por igual, donde se desplieguen relaciones de cooperación basadas en
el respeto y en los intereses de todas las partes...
El fortalecimiento de ese nuevo orden mundial constituye una estocada mortal a la hegemonía yanqui imperante desde hace 30 años. Hacia allá se mueve el mundo y todas las fuerzas progresistas del planeta acompañan ese proceso.
JESUS FARIA