José Gabriel Tupac Amaru II: Fuego eterno y rebelde que se levantó contra el imperialismo

Hoy los pueblos que se levantan en defensa de su dignidad e independencia, evocan el espíritu y la fuerza de este guerrero indómito
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Publicado: 19/03/2019 06:00 AM

El 19 de marzo de 1738 nació el líder de la mayor rebelión anticolonial que se dio en América del Sur durante el siglo XVIII,  José Gabriel Condorcanqui Noguera, quien también fue conocido como José Gabriel Tupac Amaru II, debido a ser descendiente del último emperador Inca. 

Este líder encabezó el mayor movimiento de corte indigenista e independentista en el Virreinato del Perú, desde donde apuntó a pedir la libertad de toda nuestra América de cualquier dependencia, tanto de España como de su monarca, implicando esto no sólo la mera separación política sino la eliminación de diversas formas de explotación indígena, así como la abolición de la esclavitud de los negros que mantenían en las tierras peruanas. 

Tras ser capturado el 6 de abril de 1781, fue llevado a Cuzco encadenado y montado en una mula. Ingresó a la ciudad una semana después, donde fue confinado en el convento de la Compañía de Jesús, donde fue sucesivamente interrogado y torturado al límite del fallecimiento, con el objetivo de arrancarle información acerca de sus compañeros de rebelión en Cuzco y otras ciudades, y de sus ejércitos que aún conservaban grandes territorios. 

El 18 de mayo de 1781, en acto público en la Plaza de Armas de Cuzco, se cumplió la ejecución de Túpac Amaru II, su familia y sus seguidores. Los historiadores señalan que se intentó descuartizarlo vivo, atando cada una de sus extremidades a caballos para que estos tirasen de aquellas y las arrancaran.

Al ser la acción infructuosa sus verdugos optaron por decapitarlo y posteriormente despedazarlo. Su cabeza fue colocada en una lanza exhibida en Cuzco y Tinta, sus brazos en Tungasuca y Carabaya, y sus piernas en Livitaca y en Santa Rosa. 

Hoy los pueblos que se levantan en defensa de su dignidad e independencia, evocan el espíritu y la fuerza de este guerrero indómito, que sigue con su llamarada eterna, iluminando las luchas de quienes levantan las banderas de la libertad y la independencia definitiva de nuestra América. 

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