Chavistamente: El (Pom)peo es de clases
Publicado: 05/02/2020 04:57 PM
La
cosa es así: Ellos tienen clubes privados donde solo pueden entrar los
que pueden pagar un dineral por la acción, pero, espere, no basta el
dineral, falta la aprobación de los otros socios del club, no vaya a ser
que se les cuele una persona indeseable, como, por ejemplo, alguien que
no tenga el abolengo de los socios que llegaron primero.
Y
a los que llegaron después y eran sospechosamente bronceados, con
sospechosos pelos alisados, no los dejaron entrar, y eso que tenían, en
muchos casos, más dinero que los que habían llegado primero. “Una cosa
que que hagamos chanchullos juntos y otra muy distinta es que pretendas
entrar a mi club” –escupió una Zuloaga Machado Lovera a un Perez Lepaje
que ¡far favar!
Y
como Perez tenía de sobra y sus amigos también, se hicieron otro club
más grande, más chévere, donde la gente podía revolver el whisky con el
meñique sin que los otros lo vieran mal. Una copia sin abolengo del club
donde fueron “negreados”, con su entrada infranqueable protegida por un
señor con uniforme de almirante comprado en La Piñata, que, pobrecito,
con tanto dorado en los hombros se encandiló y creyó que él no era como
los patensuelo que no podían pasar.
Y
también a ese club llegaron candidatos de dudosa procedencia: gallegos,
portugueses, sirios que “¿qué se creen? Si son hijos de taxistas,
conserjes y abasteros, ¡Qué ordinariez!” - Resoplaba al borde de un
soponcio Marianella Matos, Primera Dama (E) del presidente de turno,
mientras la Primera Dama legítima, tres mesas más allá, hacía brillar el
nuevo solitario de diamante que le cayó como anillo al dedo, a modo de
multa por resbalón extramarital de un marido siempre sinvergüenza.
De
cada rechazo un nuevo club, para separarse, para distinguirse de la
chusma, chusma, chusma, prfff. Así, llenaron al país de puertas,
portones, garitas de vigilancia, guetos de gente bien, beautiful people,
donde la vida se convirtió en un ir de club privado a colegio privado a
restaurantes privados donde se reservan el derecho de admisión. El este
del Este de la vida, desde donde, desde hace 20 años, están tratando de
sacar a los negros, que con votos, llegaron al poder.
“Ese
zambo no me representa. Qué pena con la imagen internacional de nuestro
país cada vez que sale ese negro para afuera. ¡Besó a la Reina de
Inglaterra!, ¡qué pena con esa señora!. ¿Por qué no te callas? ¡Que viva
el Rey!”
“Este
país se lo lleva el diablo, ¡qué diablo ni qué ocho cuartos!, se lo
lleva el comunismo, que ahora le metió en la cabeza a esa cuerda de
marginales que ellos también pueden ser doctores, que no consigo cachifa
porque ahora el gobierno les paga para que estudien y ahora mis
pocetas dan grima, o sea… Que ahora ellos también pueden vivir en un
apartamento en la avenida Libertador, cerquita del mío, devaluando mi
inversión con su ordinariez. ¡Qué rabia, qué rabia, qué rabia!
Golpe,
paro, guarimba, guarimba, guarimba, y nada, nada y nada… ¡Descargue
usted esa arrechera! Y la descargaron quemando gente viva, matando a un
muchachito en un urbanismo de la Misión Vivienda, “no joda, porque ahí
viven los chavistas y hay que matarlos a todos… y luego al Cuartel de la
Montaña a quemar también esa mierda!” –tuitean frenéticos, con los
dedos embarrados de mierda y de Nutella… y nada, nada, nada… solo odio.
Son la nada…
“Cambio
de táctica, amiguis, ahora la asfixia, que paguen esos negros por no
votar por nosotros. Thank you, Mr. Obama, por los decretos concedidos, y
no se lo tome a pecho que lo de negro no es con usted”.
De
la nada, más nada: una autoproclamación, un presidente (AEIOU) electo
en Washington que pide, por favorcito una invasión, que de 24 a 72, el
que entendió entendió. Que “sí o sí”. “Vamos a La Carlota con nuestras
banderas de barras y estrellas para que las bombas no se estrellen
contra nosotros sino contra esos malditos de morrales tricolor”.
¡Maldito
Guaidó, no nos invadieron! –descargaron su arrechera contra el títere
incapaz que hasta hacía unas horas era su mesías, su Presidente igualito
a Obama, que era la única forma de digerir aquel indeseable colorcito,
aquella nariz aplastada, aquel aspecto tan de Catia La Mar, que ¡ay fos!
Todo
el odio que reservaban para nosotros fue vertido sobre Bobolongo, el
imbécil que teniendo todo el poder de los gringos detrás (valga el
chinazo literal), no logró sacar a Maduro del poder. El odio delirante,
suicida, que reclama furioso su derecho a una invasión militar
extrajera, violado por Guaidó, que ya no sabe cómo arrastrase para que
esa pesadilla que sueñan se haga realidad.
Aprietan
las sanciones. Aplaude Guaidó, buscando aire. Al gobierno de Maduro no
se le vende ni una curita, al empresario toda la Nutella que quiera.
¿Dónde está el bloqueo si hay Nutella en todos lados? –preguntan
inteligentísimos. Fabi Fabulosa, toda fashion, haciéndose la sueca con
la “ayuda humanitaria“ pide que dones tú, con tus reales, juguetes para
esos niños que ella, ni de lejos, dejaría jugar con su hija.
Lloran
porque el ”pohébolo” tiene hambre pero atacan a los CLAP y a cualquiera
de las formas que hemos conseguido para resistir de pie; justamente por
eso, porque han servido para resistir. Aplauden las sanciones y
fabrican ONGs financiadas por los bloqueadores para “salvar a las
víctimas del comunismo” BLOQUEADO. Ellos, los que se reservan el derecho
de admisión, ahora dicen que son los que van a salvar a quienes no han
admitido en su vidas sino para explotarlos. Ya vengo, voy a llorar un
poquito…
“¡Pero,
un momento, paren todo, que ya como que no hay que disimular!” Del odio
más denso saltan, en un parpadeo, al furor sediento de sangre, cuando,
después de haberlo humillado bastante, Donald Trump, que lo deprecia por
latino, por negro, y sobre todo por arrastrado, intenta, sin
convicción, inflar a Guaidó, esa marioneta inepta que Pompeo le
encasquetó.
Y
vuelve la ilusión de que Caracas se convierta en Trípoli, pero claro,
de Chacaito para allá; porque para acá, los clubes seguirán abiertos y
los campos de golf verdecitos, y las Mercedes y Altamira llenas de gente
bella, a salvo porque en sus techos y terrazas ondeará la bandera de
barras y estrellas, la contraseña para que el soldado Ryan, sepa dónde
no bombardear.
Y
bajará la marea, oootra vez, y redirigirán su odio al imbécil que los
engañó, como antes lo hicieron con él mismo y con todos los que lo
precedieron. Eso sí, intacta la soberbia que no les deja ver que sin un
rosario de imbéciles les engaña, una y otra y otra vez, ellos, la gente
decente y pensante, muy brillante no deben ser.
En fin, que les queda el consuelo de no dejarlos entrar en su Club.
El peo es de clases y bien gafo el que a estas alturas no lo sepa.
¡Nosotros venceremos!
CAROLA CHÁVEZ
@tongorocho