Chavistamente: Una bloggera en Tik-Tok

"Ya nadie lee, es verdad, todo se mira en pocos segundos, todo se tiene que decir rapidito, con arte, con brillo, con un no sé qué que atrape la atención ..."
Con el Mazo Dando

Publicado: 29/06/2022 05:04 PM

Tiene que haber un modo distinto –pienso mirando mi narizota en la pantalla. No me gustan las fotos, las cámaras no me quieren y eso parece ser una tragedia en este mundo de selfies.


Ya nadie lee artículos, me dice Santi sin saber el abismo que sus palabras abren bajo mis pies aterrados. Ya nadie lee, es verdad, todo se mira en pocos segundos, todo se tiene que decir rapidito, con arte, con brillo, con un no sé qué que atrape la atención de quienes vas pasando compulsivamente de una publicación a otra. Y yo muda delante de la cámara, mirándome en la pantalla del teléfono, descubriéndome -porque nunca me había mirado tanto- y preguntándome cómo carajo nadar en ese pozo de perreo, de meneo, de culotes, de tetotas, de guapotes papeados, depilados, cubiertos del filtros que son el nuevo fotochop. ¡Auxilio!


Y que conste que esto no lo digo con moralismos, sino hasta con cierta envidiecita.


Jorge dice que Tik Tok es como la Biblioteca de Alejandría y yo no sé en qué pasillo de esa biblioteca me perdí, porque a mi me salen puras babys buscando sugars, chistes malísimos, niñitos forzados a ser estrellas que no serán, gatos, perros, y un entierro, y otro, y otro… ¿quién sube el entierro de un ser querido en Tik Tok? Un gentío, y otro gentío les da like.


Y se me atraviesa una cura milagrosa para la artritis de mi Gordo, y me quedo mirando a ver qué tal, porque nadie quiere creer más que quien busca la cura de un mal que no la tiene. Desde entonces, mi pantalla es como un bazar lleno de charlatanes vendedores de milagros entre mujeres infladas y hombres depilados moviendo las nalgotas. Menea, menea…


Y cómo no me quiero rendir sin encontrar eso que Jorge dice que hay, me pregunté si habría videos sobre libros. Claro, y por montones: Gente con cara de “yo sí leo”, con el turrumaco de libros en una mesita, con la clásica biblioteca llena de clásicos atrás, y la petulancia, y el botezo y ¿dónde coño está la Biblioteca de Alejandría que dice el psiquiatra que me quiere volver loca?


Pero el problema no es tanto es lo que veo o no veo, es lo que quisiera mostrar. Porque soy comunicadora, o al menos es lo que siempre he creído. En Twitter soy una verduga, una ideíta relámpago con “punch” -como dice Malaver- y ¡zuaz! Pero Twitter se marchita, porque los tiempos tecnológicos vuelan y no esperan a nadie y ahí solo quedamos los nostálgicos y los que no supimos o no sabemos cómo brincar al Tik Tok.


Se marchita Twitter como se marchitaron los blogs. Yo era una bloggera existosita. Publicaba cada semana y tenía mis lectores fieles. Un blog con miles de seguidores. Cientos de miles de lecturas, decía el contador. Una cosa maravillosa de la que mi hija de 15 años no tiene ni idea porque los tiempos son tan veloces que hablarle a un chamo de un blog es como hablarle de un diskette, o sea, la prehistoria. 


Decía que tuve un blog, pero un día cualquiera Twitter emergió como la plataforma cool y fue todavía más cool más cuando se metió @chavezcandanga y nos puso a todos a tuitear. 


Entonces, conectado al oxígeno de Twitter el blog tuvo sentido hasta que dejó de tenerlo, así como Twitter empieza a dejar de tener sentido cuando todo ahora se busca y se encuentra en Tik Tok. Y yo tan cincuentona, tan en el limbo, tan muda, tan paralizada…


Y como una naufraga en un mar de redes nuevas, con mi saquito de palabras apretado en mi  pecho, mirándome en la pantalla, balbuceando alguna cosa mientras mi nariz… ¿es así de grande mi nariz o son vainas del teléfono? Dicen que la nariz nunca deja de crecer… ¿y los cachetes? Y mírame las canas… son lindas mis canas, eso sí… y me pierdo pensando que me parezco a una de mis tías, justamente a la que siempre me ha caído mal. #Karma


Y así se me van las horas en este limbo tecnológico, en esta nueva época, en este pasillo gafo de la Biblioteca de Alejandría moderna, tratando de entrar, como quien quiere incorporarse al juego de la cuerda de saltar, ahí dando brinquitos de zamuro al borde, mirando como otros saltan, Tik- Tok - Tik -Tok… intentando en vano entrar, que ahí viene la cuerda, que la cuerda  ya pasó… 


Entonces agarro mi tableta con la añoranza de la bloggera que fui, y me lanzo a escribir este artículo que Santi dice que nadie va a leer y me vuelve el alma al cuerpo, porque yo lo que quiero es escribir.


CAROLA CHÁVEZ


@tongorocho



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