Chile: Las raíces del pueblo hablaron
Publicado: 25/05/2021 09:53 AM
Una hermosa demostración de madurez política acaba de
protagonizar el pueblo chileno al derrotar a la derecha anti patria neoliberal con
sus propias reglas de juego en las elecciones del pasado fin de semana (15
y16/05).
Tras un largo período de asesinatos, desapariciones de
personas, frustraciones y decepciones, Chile despierta de esa prolongada pesadilla.
“Se perdió el miedo” es uno de los gritos que recorre al país y a la América
democrática que ha seguido esperanzada
ese proceso renovador, cuyo epicentro estalló en octubre de 2018 con las
manifestaciones populares en la plaza Dignidad, antigua plaza Italia.
Este triunfo no es la culminación de un proceso. Es la
continuación de una lucha permanente desarrollada con la valiente resistencia
de los pueblos originarios, sobre todo de la Nación Mapuche, la presencia combativa de la mujer, los
trabajadores manuales e intelectuales, los estudiantes y tantos otros factores
de rebeldía quienes dijeron basta a un deleznable gobierno.
Aquel panorama oscuro que comenzó con el asesinato y
derrocamiento del gobierno popular de Salvador Allende en 1973, tuvo
continuidad con la inconsecuencia de los
líderes tradicionales quienes, bajo la máscara de una especie de apertura
democrática, siguieron aplicando las nefastas medidas de la dictadura
pinochetista.
Demasiado larga ha sido esa resistencia del pueblo
chileno al enfrentar el terrorismo de Estado pese a cargar en su memoria el dolor ante el asesinato y la desaparición
de miles de sus hijos que nunca regresaron
al hogar y luego con la llegada de una democracia que solo generó frustraciones
por el incumplimiento de sus promesas.
La
gota que rebosó el vaso
Han pasado 48 años de represión, conciliábulos y promesas
incumplidas por una dirigencia que, a partir de 1990 cuando el dictador entregó
la banda a Patricio Aylwin, se ha dedicado a una gobernanza gatopardiana que
mantiene incólume el modelo neoliberal.
Pero el vaso de la paciencia se rebosó con la presidencia
de un millonario que al mejor estilo pinochetista ha tratado de acallar los
reclamos del pueblo con la mayor represión de la historia reciente,
pretendiendo silenciar la voz y eliminar la visión de futuro que reclaman los jóvenes de hoy.
No pudo el aprendiz a dictadorzuelo. Con venda o sin
ella, estudiantes, obreros, intelectuales, militantes o no de partidos y
pueblos originarios, acudieron a las urnas el pasado fin de semana para dejar
sentado que en el nuevo país no tiene cabida la traición, la inconsecuencia y
la deslealtad con la Patria.
Ya lo señaló hace 48 años Salvador Allende al pronosticar
la apertura de las grandes alamedas al paso del hombre y la mujer libres. El
proceso electoral celebrado ratifica esta sentencia histórica de un hombre que
se agiganta en la memoria democrática.
Ojo
con el triunfalismo
Junto al entusiasmo que hoy inunda al mundo democrático
por esta lección chilena, se hace necesario también prender las luces de las
alarmas en precaución de una nueva frustración de las esperanzas.
No es una posición pesimista. Muy al contrario, el optimismo siempre debe estar acompañado de
la prevención, sobre todo cuando se tiene conocimiento de que el enemigo
derrotado hoy es muy hábil en tender trampas y la ingenuidad puede ser caldo de
cultivo. Experiencias de ello hay suficientes y están muy frescas.
Si bien los partidos de la derecha apenas lograron 37
constituyentes, seguramente van a tratar
como algunos de ellos ya lo han vislumbrado, de aferrarse al concepto de unidad
para forzar decisiones contrarias al sentir popular.
Mientras para la izquierda la Unidad está relacionada con la búsqueda de felicidad para el
pueblo, por ser un concepto de profundo contenido colectivo, para la derecha es
la búsqueda de la preservación de los privilegios de las oligarquías y clases
dominantes, es un concepto elitista y discriminador. En otras palabras un
derechista vota junto a la izquierda si esta le garantiza el mantenimiento de
su “status quo”.
El debate que se aproxima no será fácil. La izquierda
debe afinar inteligencia con intransigencia en los postulados por los que votó
la gente. Esa es la combinación que puede impedir las maniobras de una derecha
desesperada por preservar su esquema de dominación caracterizado, entre otras
características, por la propiedad monopólica de las grandes empresas, bancos y
los recursos naturales asociadas al capital transnacional.
En el Chile hoy, modelo del neoliberalismo, todo o casi
todo está privatizado. Si un ciudadano necesita trasladarse de una región a
otra, lo agarra el silbato del impuesto porque las autopistas y vías de transporte
son gerenciadas por empresas. Hasta el agua que consumen los chilenos tiene
factura empresarial, podríamos decir que solo falta que se cobre el aire que se
respira.
¿Cómo
cambiar este modelo excluyente y explotador?
Grandes expectativas se tienen sobre el debate
constitucional a iniciarse. Son muchos
los temas destinados a crea una Carta Magna anti neoliberal que permita al
regreso de Chile al mundo progresista y democrático.
La Constitución es la carta de presentación del país ante
su pueblo y ante el mundo. Por consiguiente, su contenido de normas y
principios tienen que reflejar las
aspiraciones de sus habitantes.
En términos generales hoy las grandes demandas ciudadanas
son la eliminación de las especuladoras AFP que se enriquecen con los ahorros
de los trabajadores; el cierre de esa especie de hotel de lujo en la están
encarcelados los mayores criminales del pasado dictatorial.
La transformación del actual Estado oligárquico y represivo
en uno verdaderamente democrático y Plurinacional reivindicador de los pueblos
originarios; la garantía de la educación gratuita a todos niveles; la igualdad
de oportunidades para la mujer.
Así mismo, la Carta Magna que debe ratificarse en
referéndum debe subrayar el respeto y la protección del ambiente que es
garantía de la vida, entre otros muchos temas vitales.
La refundación democrática del Estado es la gran prioridad hoy. A ello apuestan los millones de hombres y mujeres del mundo que comparten el pensamiento de Allende, junto al nuevo liderazgo que avanza a paso firme hacia la apertura definitiva de las grandes alamedas.
MARCEL ROO