Delgado Chalbaud y Ruiz Pineda: Petróleo, magnicidio y delación

El Dr. Ruiz Pineda y Delgado Chalbaud coincidían, compartían tesis políticas comunes y se entrevistaron en varias oportunidades
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Publicado: 17/08/2018 04:27 PM

Mientras la economía del mundo navegaba sobre los lomos del petróleo venezolano y el petrodólar se consolidó como moneda de reserva internacional, el sectarismo intransigente de Rómulo Betancourt hacía de las  suyas  impartiendo órdenes y dirigiendo tras telones el gobierno del Presidente Gallegos. La praxis sectaria aunada a  la pugna interna por el control del partido trajo como consecuencia el derrocamiento del autor de Doña Bárbara. Su política del estado docente, cuyo fin último era formar seres humanos cultos y preparados para salir de la barbarie, encontró enconados detractores en la burguesía y el clero;   los colegios privados entonaron cantos de júbilo a su caída. Cuando el maestro de las letras se disponía a bajar las escalinatas del avión que lo condujo a su exilio en La Habana,  pronunció: “los yanquis y el petróleo me derrocaron”.

El  24 de noviembre de 1948 rodó la cabeza del maestro Gallegos y  a partir de entonces  Acción Democrática aplicó los métodos más inauditos de terrorismo salvaje contra el triunvirato que asumió el control de un  país al garete. Para eso AD creó el Aparato Especial. Nunca en todos los anales de la historia venezolana, ni siquiera durante la guerra a muerte, se habían utilizado métodos tan cobardes y alevosos como los que usó la maquinaria clandestina de AD para asesinar a los actores políticos que les eran adversos. La CIA pagaba bien por el aniquilamiento de los líderes campesinos, obreros y petroleros del partido comunista. La estrategia era eliminarlos   e imponer, a cabilla pura y dura, a los cuadros de AD. Al participar en el derrocamiento de Medina Angarita,  AD había perdido fuerza legal, más aún cuando Betancourt y Leoni eran asiduos visitantes a la sede diplomática de la embajada norteamericana, AD se convirtió en el hilo conductor y brazo ejecutor de las transnacionales petroleras y en especial del emporio Rockefeller. Este último, de la mano de Betancourt,  en 1948 inauguró Sears, CADA y General Electric en Venezuela.

 Formaban parte del manual desestabilizador del Aparato Especial: La quema de autobuses en los estacionamientos de Catia, los incendios provocados en el cerro El Ávila, el asalto y asesinato de guardias nacionales a cuchilladas  para despojarlos de sus armas de reglamento; la colocación y detonación de artefactos explosivos; “los cabilleros” o cuerpos de choque para disolver  y agredir  otros partidos,  sindicatos o reuniones no afectas a AD, y  la delación de sus compañeros.

Mutatis mutandi la oposición de hoy repite los esquemas con tecnología de punta y métodos de la escuela paramilitar colombiana: drones, actos de sabotaje eléctrico, tortura y asesinato de dirigentes urbanos y campesinos, quema de árboles, quema de gente, incendio a pre-escolares, y quema de autobuses. Cualquier parecido con la oposición actual no es mera casualidad.

En 1945 la segunda guerra mundial se ganó gracias al apoyo energético de Venezuela.  Isaías Medina Angarita tenía el respaldo moral y popular por haber sido  gobernante civilista, democrático y constitucionalmente electo; legalizó al partido comunista y  mejoró  los ingresos petroleros con la ley de Hidrocarburos de 1943, aumentó los royalties   hasta un 50%.  

AD madre del terrorismo de entonces, abrió con su felonía la puerta a 48 años de  ilegitimidad e inestabilidad política que solo Hugo Chávez pudo conjurar en 1.999.

En 1949 Leonardo Ruiz Pineda sale en libertad y asume el control de su partido, era contrario a la tesis terrorista que había asumido el Aparato Especial, mantenía buenas relaciones con el presidente de la Junta de Militar de  Gobierno,  Tnte. Cnel. Carlos Delgado Chalbaud con quien no existía  persecución política ni terror policial. El Dr. Ruiz Pineda y Delgado Chalbaud coincidían, compartían tesis políticas comunes y se entrevistaron en varias oportunidades por mediación del entonces Secretario de la Junta Militar de Gobierno Dr. Miguel Moreno. Ambos contemporizaron y AD, gracias a Delgado Chalbaud, fue beligerante y tuvo las puertas abiertas para retomar la vía de la legalidad que perdió con el derrocamiento de Medina en 1945.

En 1949 el Comandante Delgado Chalbaud envió a Teherán una misión de técnicos petroleros nuestros a entrevistarse con el líder iraní Mosaddeq con el fin de consolidar un pacto de países productores. La  visión estratégica era abrir el compás para que  empresas de origen francés participaran en las actividades extractivas de hidrocarburos y establecer una política  de precios justos del crudo.

Aparece en escena  un gorila  aventurero de la ultra derecha criolla: Rafael Simón Urbina. Su misión fue hacer el trabajo sucio para sacar del camino al comandante Delgado Chalbaud.

La mañana del  día lunes 13 de noviembre de 1950, un grupo de 20 hombres armados e intoxicados previamente con buen brandy,  gritaban vivas a su jefe de matanza, secuestraron y asesinaron al Comandante Delgado  Chalbaud. Los Yanquis  y el petróleo hicieron de nuevo lo suyo.  Los recursos,  logística y la vivienda para  ejecutar  el magnicidio los proporcionó Antonio Aranguren, socio de la Socony  Oil Company y antiguo titular de la primera concesión petrolera concedida en época de Cipriano Castro.

 En 1953 la CIA derrocó a Mosaddeq.  Tanto el Tnte. Cnel. Delgado Chalbaud como Mosaddeq tenían planes previos para consolidar una alianza de precios, abrir la industria petrolera a otras inversiones y poner el petróleo al servicio de sus respectivos pueblos.

A raíz del magnicidio  Pedro Estrada toma el control de la policía política.  El Aparato Especial adeco seguía en su tónica terrorista y el Dr. Ruiz Pineda tratando de impedirla. Estrada, sofisticado  y astuto, obtuvo lo que quería no tanto por la actuación de sus esbirros, sino por las delaciones y traiciones entre  compañeros adecos. El todopoderoso atractivo sobre los adecos lo  ejerció la gran caja de caudales que había en su despacho de la Seguridad Nacional: “…la eficiencia de nosotros contra ustedes (los adecos) no se debe tanto a la eficiencia de la Seguridad Nacional que dirijo…nuestro mejor agente es esa caja de seguridad que está llena de dinero con el cual compramos informaciones a personalidades que ustedes tienen como muy amigas y compañeros de partido que ustedes juzgan como muy buenos (P. Estrada)”.

 El  Aparato Especial había fabricado 3000 bombas incendiarias y explosivas en una localidad cerca de la quebrada de Maripérez. Aunque Ruiz Pineda autorizó la fabricación de las mismas posteriormente se opuso a que fueran detonadas. La colocación de estos artefactos provocó la muerte del Prefecto y el Alcalde de Torondoy – Estado Mérida. Mientras tanto el Aparato Especial preparaba su obra magna para ejecutar al triunvirato de Gobierno en pleno en acto público en las inmediaciones de la Bandera. El Dr. Ruiz Pineda se opuso ferozmente a este acto terrorista.  Fue categórico y  personalmente  desmanteló el magnicidio.  Así evitó la muerte de civiles y efectivos militares inocentes. Siempre condenó y se opuso frontalmente a estas actividades lo que ocasionó la fractura del movimiento clandestino. El móvil revanchista, el fanatismo y el sectarismo de AD fue desde entonces su marca de fábrica.

El Dr.  Ruiz Pineda fue delatado en varias oportunidades por sus compañeros. Una vez  pernoctó con una amante  en la urbanización California, los agentes de la Seguridad Nacional llegaron justo cuando el madrugador  ya se había ido, la cama estaba aún caliente. Muchas  mujeres le  fueron leales y se encargaban de trasladarlo de concha en concha. El 21 de octubre de 1.952 una de sus protectoras, la Dra. Gómez Peñalver, lo trasladó hasta la Laguna de Catia, de allí fue llevado por Morales Bello hasta San Agustín del Sur donde fue fulminado en la calle de un solo disparo que entró en la región  malar derecha y con trayectoria ascendente salió  por la región parietal izquierda. El arma utilizada no estaba registrada en el inventario del gobierno,  era propiedad de un civil. La delación hizo su trabajo, los yanquis y el petróleo el suyo.

El Dr. Ruiz Pineda y el Comandante Delgado Chalbaud, desde distintos frentes, tuvieron posiciones comunes, estaban dispuestos a conciliar y querían alcanzar la salud y bienestar del pueblo venezolano, mediante políticas de estado innovadoras y  avanzadas para la época.

Uno de  avant garde (vanguardista),  culto, ingeniero, poliglota, militar  pro-izquierda, hijo de un héroe anti gomecista amigo de Maisanta.  El otro era abogado, político aguerrido, poeta, hombre de letras,  un  luchador social. Ambos eran amigos y ambos murieron en extrañas circunstancias. En ambos casos, al mejor estilo Dallas/Texas (Lee Harvey Oswald – Jack Ruby), los autores materiales del crimen fueron inmediatamente eliminados. Los factores petroleros, un aparato conspirativo internacional y los delatores dispuestos a embarrarse  las manos de sangre fueron autores intelectuales determinantes.

ALEJANDRO CARRILLO

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