¡Disparen primero, averigüen después!
Publicado: 15/03/2022 04:44 PM
Recientemente se cumplieron 60
años del día en que Rómulo Betancourt lanza al aire aquellas perlas engarzadas
en paltino destinadas a convertirse en frases lapidarias. Estas constituyen una
de las tantas evidencias con que se cuenta para probar la brutal represión
desatada bajo su mando. Todo ello consecuencia de una serie de acuerdos previos
para instaurar en Venezuela la Doctrina
de Seguridad y Defensa de los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.
Esta frase dictatorial es el sello estampado que refrenda una serie de decretos que abren un ciclo de persecución y aniquilación de la disidencia política venezolana que se prolonga durante 40 años. Su Secretario Privado (1945-1947), Carlos Andrés Pérez, antes de ser juramentado como Director General y luego Ministro de Relaciones Interiores (1961.1963), recibe dos años de entrenamiento previo en la Escuela de las Américas. Durante el ejercicio de sus funciones CAP lanza esta perla para satisfacer las órdenes de sus amos en Washington:
“Cuando es
Necesaria Una Declaración Los Investigadores Aplican la Fuerza para Obtenerla.
Además como gesto de
consideración hacia los perseguidos político-estudiantiles agrega que los
policías son simple y llanamente maleducados. A confesión de parte relevo de
pruebas.
El exilio dorado y las andanzas de Betancourt
Mientras la dirigencia juvenil de AD, al mando del Dr. Leonardo Ruiz Pineda,
Alberto Carnevali, Antonio Pinto Salinas, Manuel Alfredo Rodríguez y Fabricio Ojeda (URD), sumados al Partido
Comunista de Venezuela (PCV), arriesgan
sus vidas en la clandestinidad, Betancourt
esta de gira recibiendo favores y apoyos incondicionales de los Estados
Unidos. Pone en marcha un extenso lobby para negociar los recursos y soberaía
de Venezuela. Estrecha manos con la CIA,
agencias financieras y sectores petroleros en distintas ciudades de ese país. Los
gringos se frotan las manos ante los negocios y reparto de riquezas que les ofrece
quien se hace llamar “Padre de la
Democracia”. Debería llamarse el “Padre de la Digepol” en honor a la
implacable y feroz querra que ejecuta en contra de quienes otrora fueron sus
compañeros de partido y correligionarios de lucha.
Como buen reptante que es, Betancourt
cambia de cuero y se transforma en un presidente made in USA. Existe una
fuente documental que corroboran sus pasos, reuniones y contactos secretos. Son
los archivos denominados “Rumualdi Papers (collection number 5459”). Contentivo
de correspondencia clasificada y un borrador de las memorias de Romualdi que
título “Los Presidentes y sus peones”. Refiriéndose a los inquilinos
de la Casa Blanca y sus colegas títeres en Latino América. Los originales se hayan depositados en la Universidad de Cornell. En
estos expedientes corren insertas las cartas y agenda oculta de Betancourt y sus estrechos vínculos con
Nelson Rockefeller -“Don Roque” - , el Departamento de Estado y la CIA.
Rumualdi fue a todo evento el enlace entre Eisenhower,
Kennedy y Nixon con los peones Betancourt y CAP. Se trata de un dirigente
sindical gringo contratado como agente express por el Departamento
de Estado para fortalecer nexos con líderes políticos de América Latina, A tales
efectos Romualdi rinde cuentas a su superior jerárquico inmediato Nelson
Rockefeller, quien desde 1945 forma parte de los servicios estratégicos de
espionaje norteamericano y es el encargado de Asuntos Latinoamericanos para
mantener el control de los hidrocarburos, en virtud de ser el hijo del dueño de
la antigua Standard Oil, hoy ExxonMobil.
Estos archivos revelan como en 1958 Rumualdi
es el attaché de Rockefeller. Siendo su asistente personal fue destacado
para facilitar toda la logística, gastos y sobornos dados a Betancourt en sus
viajes y reuniones en el norte.
Igualmente es el encargado de concertar en Nueva York una reunión con
Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba. De este encuentro derivan los acuerdos de feroz persecución a las izquierdas
venezolanas, alternabilidad en el poder y entrega de los recursos petroleros.
Todo ello bajo la imposición a la fuerza de una maqueta de gobierno made in USA,
dizque democrático, diseñada a la medida para servir a los intereses del
Departamento de Estado. El objetivo específico de este pacto estriba en comprar
conciencias, sobornar dignatarios y formar agentes para la cacería de brujas anticomunista desatada
por el macartismo que se expande a Latino América. Esto esta claramente
descrito en Inside the Company de Phillip Agee, donde menciona la lista de
los Presidente Latinoamericanos en la nómina de la CIA.
Don dinero
poderoso… y miedoso caballero
El capitalismo por antonomasia siempre ha sido paranoico y cobarde. La teología del dinero es
la teología del terror y del miedo, en este caso enmascarada de Disney World,
Coca - Cola, Hollywood y demás patos Donald y Lucas. Por eso Nelson Rockefeller
y Betancourt articulan con premeditada alevosía el pacto de Nueva York, a
sabiendas de que el Partido Comunista de
Venezuela (PCV) es la primera fuerza en el sector petrolero, y gozaba de
mayoría entre los obreros, empleados
públicos y sindicatos. Igualmente les
preocupa un sector de cabezas calientes adecos que son la fuerza que junto con los comunistas,
dirigían las operaciones clandestinas
para derrocar al Gral. Marcos Pérez Jiménez. En efecto luego de consumada la
traición de Betancourt, en Nueva York,
en los venideros años 60, estos cuadros
toman las armas se van a la montaña y derivan
en el MIR.
El expediente
sumario de una frase lapidaria
La orden de
Betancourt “disparen primero y averigüen después”, es la legalización de la pena de muerte. Es un decreto pronunciado de distintas
maneras y en varias oportunidades para aplacar el sarampión juvenil del
comunismo y
en contra de los considerados libre pensadores
adecos, comunistas o izquierdistas disidentes, que se alzan en contra de la charada democrática que se inauguró entonces.
Los
archivos de la prensa nacional
destacan la frase y sus variantes en los
siguientes titulares:
a.-
21 de enero de 1960, discurso dirigido a la nación desde Miraflores: “La orden es esta: sobre quien sea ubicado
por un cuerpo armado colocando una bomba
o lanzándola, o llevándola, se le aplicara la última ratio de una
descarga de ametralladora”
b.-
Titulares de Ultimas Noticias del 28 de noviembre de 1960, Betancourt ordena: “disparar contra saqueadores e incendiarios”
c.-
Betancourt reitera una vez más la orden el 13 de febrero de 1962 en la Plaza
O´leary del Silencio: “…a quien se encontrase merodeando un cuartel se le debe disparar primero y averiguar después”
d.-
En otra ocasión Betancourt dice: “que
quienes intentaran entrar por la fuerza a un cuartel no serían recibidos con
confeti, sino con plomo”
Estas
siniestras alocuciones, enmascaradas de legalidad, trajo como consecuencia, a
través de sus prácticas y métodos, una terrorífica persecución, una enorme
estela de mártires asesinados, de desaparecidos, de torturados, lo cual es
necesario reivindicar, de hacer justicia, de no olvidar.
Si colocamos dentro de una licuadora el anticomunismo ejercido por Juan
Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez y le sumamos la ira de la derecha oligarca
con los datos estadísticos de todos los muertos, torturados, perseguidos y
exiliados de esos dos regímenes dictatoriales, no se obtendrá como resultado ni
una jarra de represión, en comparación con los torrentes de odio visceral y la
matanza pertinaz que aplicó Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Carlos Andrés.
Pérez. Los informes de José Vicente
Rangel en su obra “Expediente Negro”, dan cifras exactas de esa mortandad
adeco-copeyana.
El
cementerio privado de la Doctrina Betancourt:
Son
más de 10.000 muertos, desaparecidos y torturados caídos bajo los criterios que
impuso el brujo de la pipa:
1.-
“El Barcelonazo”: (5 de marzo de 1960) se produce una sublevación en la Ciudad
de Barcelona en contra del gobierno de Betancourt. Fueron detenidas muchas
personas entre civiles y militares, luego aparecen 21 de ellas asesinadas.
2.-
“El Carupanazo”: donde el 3 de mayo de 1962, en la ciudad de Carúpano, Estado
Sucre, se produce un levantamiento en contra del gobierno de Betancourt, por
parte del Batallón N° 3 de Infantería y del Destacamento Nº 77 de la Guardia
Nacional (GN). Betancourt envía al ejército “a disparar y después averiguar”
con un saldo de más de 2.000 muertos y más de mil prisioneros.
3.-
“La masacre del Liceo Sanz”: (4 de mayo de 1962) en la ciudad de Maturín,
estado Monagas, donde fueron masacrados los estudiantes Alberto César Millán
Marcano, de 18 años de edad y José Rafael Guerra Silva de 19 años por
funcionarios policiales y activistas del partido Acción Democrática (AD) y
Copei.
4.-
“La masacre de Cantaura”: (4 de octubre de 1982), ocurrida en Cantaura, estado
Anzoátegui, en el gobierno de Luis Herrera Campins (Copei), donde un grupo de
estudiantes, en su mayoría de la Universidad Central de Venezuela (UCV),
reunidos en un lugar de ese sector fueron bombardeados con 17 bombas de 250
libras, lanzadas por cuatro aviones de la Fuerza Área de Venezuela. Después de
efectuado el bombardeo los heridos fueron ejecutados, arrojando un saldo de 23
muertos. Todos estaban desarmados.
6.-
“El Caracazo”: (27 de febrero de 1989), durante la presidencia de Carlos Andrés
Pérez (AD), ocurrida en la ciudad de Caracas, iniciándose primero en la ciudad
de Guarenas, donde se produce un estallido social producto del aumento del
precio del transporte, como parte del programa establecido por el Fondo
Monetario Internacional (FMI), denominado “Paquete Económico”. Carlos Andrés
Pérez, ex ministro de Relaciones Interiores del gobierno de Betancourt, y
siguiendo la otrora frase de su jefe, ordena la intervención del ejército. Con
un saldo entre 400 y 2.500 civiles muertos y desaparecidos.
7.-
La masacre del Retén de Catia: Agentes de la Policia Metropolitana y la Guardia
Nacional ingresan en la madrugada del 27 de noviembre de 1992 y dejan un saldo de 63 muertos, 52
desaparecidos y 52 heridos. El hecho monstruoso no fue investigado, ni se
sancionaron a los responsables.
La fuerza bruta desatada por esta orden presidencial se convirtió en un
lugar común entre los cuerpos de seguridad e inteligencia, quienes aplicaron
selectiva y sistemáticamente la desaparición forzada, tortura y represión de
miles de estudiantes, militares y militantes de izquierda alzados contra
gobiernos felones que traicionaron el espíritu revolucionario que inspiró la
sublevación del 23 de enero de 1958.
La orden de disparar a matar constituye una política de hechos consumados
acerca de los cuales no hubo vías jurisdiccionales para detenerla. Fue la aplicación sumaria y expedita de la pena de
muerte, en violación fragante a los
principio rectores del Estado de Derecho y de los principios consagrados en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución vigente en ese
entonces.
Fueron 40 años de violencia institucional, de Terrorismo de Estado. Pero
hoy tenemos que estar alertas. La ultra
derecha celebra que esos crímenes nunca fueron severamente castigados y se
regocija bajo el manto de la impunidad, delinquen y se van a sus exilios
dorados, amparados por gobiernos extranjeros. La impunidad no es tolerancia. La
tolerancia es el respeto a las diferencias y los derechos de los demás. Es la
paz. Pero la impunidad es la legalización
del crimen. Esos crímenes de odio cometidos por hechos fútiles e innobles, por discriminación racial y política, o los delitos contra los bienes públicos, que no han sido sancionados se
les otorga manga ancha por la
pasividad del aparato judicial. Es un
paragua de protección a quienes los cometen.
Hoy la derecha, la oposición y la contrarrevolución venezolana, la que ahora
incurre en prácticas como los asesinatos selectivos, aplicados a más de 400 dirigentes campesinos y
laborales. Amén de los abominables actos
de violencia caotizante de las
guarimbas, que ocasionaron 43 muertos y 800 heridos, logrando burlar la justicia. Esto crea un clima de indignación,
desencanto y escepticismo.
¡Debe prevalecer la justicia pilar de la Revolución Bolivariana!
¡Prohibido olvidar! ¡Nosotros venceremos!
ALEJANDRO CARILLO