El atentado septembrino
Publicado: 25/09/2020 12:08 PM
Para 1827 ya Santander contemplaba la
separación de la Nueva Granada de la recién formada Gran Colombia. Bolívar
deseaba una gran nación bajo un sistema de unidad democrática y centralizada,
un Estado Moderno. Santander apostó recalcitrantemente por una Nueva Granada
separada, liberal, descentralizada y aupaba la anarquía para desautorizar
a Bolívar. Santander, burócrata al fin, se hizo conocer como “el hombre de las
leyes”, su campo de batalla era el escritorio. Siempre vacilaba para entrar en
batallla. En el clímax de la batalla de Boyacá, fue a esconderse bajo un puente, rehuyendo los
riesgos del combate. José Leonardo
Infante lo tomó por la solapa y le dijo:
“Venga usted general a
ganarse con nosotros las charreteras”
Exponerse al ridículo de esa forma dejó en
evidencia ante las tropas patriotas la incapacidad militar del neogranadino. De
ahí en adelante no descansó en su encono contra los venezolanos y sus maniobras
para eliminar al negro Infante. Para justificarse escribió sendos informes y
sus sociedades de propaganda se encargaron de divulgar falsos positivos
informativos. Pero la realidad de los hechos es infinitamente superior a la
desbordada imaginación y habilidad de sus plumarios por dislocar la historia.
Bolívar se dio cuenta muy tarde del error
de dar tanto poder a un hombre de poco valor en la acción y gran capacidad conspirativa,
dio demasiado poder y elogios a quien después se encargaría de hacer feroz
campaña de guerra sucia en su contra y alzaría la daga de la traición para
matarlo. Hay muestras documentadas como las que siguen:
1.- Punto de quiebre: Durante la Campaña del
Sur (1820-1826) Santander, desde su escritorio burocrático en Bogotá, había
malgastado los préstamos foráneos en ausencia de Bolívar.
Mientras El Libertador le daba vida a
nuevas repúblicas en él sur y conformaba el marco jurídico- constitucional para
la creación de Bolivia, Santander usufructuaba, en beneficio propio, los
recursos para obras públicas, equipamiento de tropas y bienestar de las
comunidades.
El dinero nunca había sido una tentación
para El Libertador. Incluso durante los años en que su fortuna personal casi se había agotado, este cumplía sus obligaciones
con gran puntualidad, prefiriendo pagar los gastos en los que incurría de su
propio bolsillo, aún aquellos que eran ocasionados en el ejercicio de funciones
públicas.
Santander en cambio había usado y abusado
del erario público y se había enriquecido a expensas del mismo. Se hizo una
investigación al respecto, infructuosa, que solo agravó el distanciamiento y la
enemistad entre los dos.
El neogranadino para deslastrase de las
acusaciones desató una feroz campaña de descrédito contra Bolívar, recorrió
aldeas y ciudades prometiendo elecciones, se involucró en actos públicos de
carácter demagógico y se adelantó con ventaja en su popularidad en detrimento
de la unidad de la Gran Colombia.
Santander hizo resoplar los vientos de la
traición, los idus septembrinos estaban en marcha, se convirtió en un ídolo,
ganó terreno político, conformó fracciones, fracturó el país. Pensó el
burócrata: “Divide y vencerás.”
Bolívar, mientras tanto, permanecía sereno
sin desplegar ningún pasó en contra. Estaba exhausto. Fueron seis años de lucha
continua y a sus espaldas se había creado en Bogotá una serpiente política de
comportamiento solapado.
2.- El juicio a José Leonardo Infante: Santander siempre
mostró un excesivo celo contra los llaneros venezolanos, especialmente contra
Páez cuya sola presencia lo irritaba.
Siempre guardo bajo la manga un dardo
mortal para dirigirlo contra el catire vencedor de Las Queseras del Medio
y Carabobo. Esto se hizo más evidente en el amañado juicio que se instauró
contra el maturinés coronel José Leonardo Infante.
Él lancero fue llevado a juicio sin
pruebas suficientes, por un homicidio que no perpetró y sin derecho a
apelación. La corte marcial tenía dos miembros del jurado controlados por
Santander, dos en contra de la pena capital y otros favorables a una pena de
diez años de cárcel. Sin embargo se dictó sentencia sin fórmula de
reconsideración, violando el código militar y el invicto coronel
fue degradado, llevado al paredón y fusilado.
Santander siempre fue tímido y
cobarde en el campo de batalla. Pero una vez más, el 26 de marzo de 1826,
se mostró en el máximo esplendor de su valentía complacido,
ostentoso y valiente frente un pelotón de fusilamiento. Personalmente arengó a
las tropas y se encargó de dirigir con gran pompa el acto de fusilamiento
del coronel venezolano.
El Dr. Miguel Peña, Presidente de la Corte
Marcial, se negó a firmar la sentencia, fue depuesto del cargo y partió a
Venezuela para ponerse a las órdenes de José Antonio Páez. La ruptura entre
naciones hermanas se agudizó.
3.- Los Círculos Secretos – CS: De nuevo aquí se nos
presenta otro caso histórico de la burocracia enquistada que sabotea los planes
maestros de gobierno y la agilidad de la función pública del Estado.
Los CS fueron el epicentro de la campaña
de descredito para socavar la popularidad y buen nombre de Bolívar.
Fueron creados y dirigidos por Santander como sociedades subterráneas en todos
los niveles de la sociedad neogranadina.
El principal Círculo Secreto operaba desde
Bogotá conformado por doce individuos, cada uno de los cuales era a su vez
líder de otro CS, también con una docena de conspiradores. Estos
círculos irradiaban propaganda de desprestigio hasta los CS que operaban
en las provincias. Los actores principales de los CS bogotanos eran el mismo
Santander, Soto y Azuero.
Así desde la sede de la capital de
La Gran Colombia la nueva república era mantenida en una constante situación de
agitación y odio contra el Libertador.
El incremento en las actividades de
extrema oposición a Bolívar se debe en parte, a que mientras él estaba
ejerciendo funciones independentistas en la Campaña del Sur, Santander
había ejercido durante varios años la Presidencia de la Gran Colombia y montó
su propio aparato de traición y poder.
Santander no pudo asimilar el retorno de
Bolívar cubierto de triunfos y reconocimientos, y se convirtió en el típico
burócrata enquistado haciéndole la guerra a quien le dio mando, poder y
rango militar que no merecía.
4.- Bolívar destituye a Santander: El separatismo
prendió candela en todas partes. En Caracas hubo pandillas que pretendieron
luchar por los derechos del rey. Hubo saqueos en la afueras de la ciudad.
Desde Puerto Rico los españoles proveían dinero y armas. Hubo preparativos de
una invasión del realista Morales al mando de 12.000 soldados.
Páez siendo secesionista sin embargo
fusiló a los sublevados. El 28 de febrero Bolívar instaura tribunales
especiales para casos de alta traición y estuvo a punto de declarar ley marcial
y adopta medidas suficientes para subsanar el déficit fiscal que ocasionó la
malversación de Santander.
Visto que se desvanecieron las amenazas de
desembarco de tropas españolas entonces El Libertador estableció su
cuartel general en Bucaramanga a la espera de los resultados de la convención
de Ocaña. Esta asamblea solo sirvió para acendrar los odios contra Bolívar, se
consolidó el partido santanderista y comenzó el ocaso del sol de la Gran
Colombia.
Bolívar se negó a asistir a la convención,
lo cual ha sido considerado por muchos un error; pero su olfato
político ya presentía el intento de magnicidio que se le avecinaba. A ratos se
debatía entre su optimismo natural y la tristeza de lo que su corazón presentía.
En Ocaña los pocos seguidores de Bolívar y
los muchos adeptos de Santander solo abundaron en apasionados vituperios,
intercambio de insultos y manifestaciones mutuas de desprecio. Era una asamblea
de palos y contrapalos. Perú de Lacroix en su diario recoge en parte
estos momentos llenos de crispación política y resentimientos viscerales.
Bolívar fue informado de que Santander y
sus partidarios habían comisionado un oficial para que lo asesinara. No
obstante no dio importancia al asunto y esto sumo otra grave equivocación a la
montaña de errores que venía cometiendo de buena fe.
El 05 de septiembre Bolívar elimina la
figura de la vicepresidencia y destituye a Santander. Sin
saber el plan, que tenía su rival en mente, lo designa para ejercer funciones diplomáticas
en Nueva York.
Santander pide taima, logra una prórroga
para su partida y da los toques magistrales, las pinceladas finales para
organizar el macabro plan de magnicidio
Dentro de uno de estos Círculos Secretos
cayó entrampado un hombre que no por culto y poliglota dejo de ser instrumento
ciego de su bárbara ambición separatista y visión cortoplacista:
Pedro Carujo.
5.- El atentado contra Bolívar: El liberalismo
colombiano lanzó a Pedro Carujo como un dardo envenenado contra el corazón de
Bolívar. El partido santanderista era el amo de la traición. Carujo era
el puñal de Brutus que se avalanzaba contra el Jefe Máximo, amigo y
benefactor; era una orgía de puñales contra El Libertador.
Bolívar era el blanco de todas las
ofensas, los conjurados creían que matarlo era la cosa más sencilla del mundo;
pero… ¿matar a Bolívar? y ¿matarlo en su propia casa de Bogotá? Para eso
buscaron y rebuscaron todas las justificaciones posibles, aun las de carácter
filosófico. Iban a matar al padre del pueblo huérfano de libertad, al
buen hermano, al Abel, al mejor de los amigos. Eso no tiene cabida ni
justa medida en el corazón de nadie,… en su sano juicio. Era una trama saturada
de insania y maldad.
En esos días hubo dos intentos de
magnicidio que fracasaron, pero a la medianoche del 25 de septiembre no
hubo marcha atrás. Carujo condujo a 40 hombres por las calles de Bogotá, mató a
los centinelas que custodiaban la casona, mataron al coronel William Ferguson e
hirieron al teniente Andrés Ibarra (primo de Bolívar), y ya dentro de la
mansión Manuelita Sáenz los distrae, mientras Bolívar salta por el
balcón. Es ella quien frustra el magnicidio y con su astucia da tiempo a que se
ponga a salvo.
Ella salió al corredor para detener a los
conjurados, con una espada en la mano se interpuso, y armada con una gran
presencia y elegancia los increpó preguntándoles acerca de sus intenciones.
Ellos reclamaron “¿Dónde está Bolívar?” Ella los desconcertó. Ella
desarmó la conspiración y quedó inmortalizada como la “Libertadora del
Libertador”.
Indudablemente Bolívar salió ileso de los
atentados de Jamaica y el Rincón de los Toros, pero en esta tercera vez,
en Bogotá, la herida moral fue grave y lo abatió hasta la muerte.
¡Leales siempre! ¡Traidores nunca!
¡Nosotros Unidos Venceremos!
ALEJANDRO CARRILLO