"Escribe que algo queda"
Publicado: 30/11/2020 04:11 PM
Así lo predicaba
Kotepa Delgado, cuyo libro, bajo el mismo título, fue promovido en FILVEN 2020.
En su prolífica trayectoria como escritor, Kotepa forjó en letras una
indeclinable defensa de los valores socialistas. Tomo posición en el frente de
la batalla de las ideas enalteciendo las raíces revolucionarias de la Patria de
Simón Bolívar. Exaltó el incesante avance de los pueblos, la trascendencia de
nuestra identidad nacional y la grandeza de la historia de Venezuela por encima
de los falsos mitos creados en su contra. Planteó a rajatabla la amenaza del
sistema capitalista y la devastadora aplanadora que ejerce contra la humanidad
y el medio ambiente; y no dejó escapar la oportunidad para desvestir a famosas nulidades, personas infladas de
grandeza, ensalzadas en su propia mediocridad y engreídas en sus oscuros
complejos.
Kotepa fue un
defensor de las escritoras y escritores
en todas sus vertientes, en la conciencia plena de que todos tienen algo que
decir y escribir. Nadie escapa a la luz de la capacidad innata de decir y
escribir algo. Leer y escribir, descifrar códigos, escrutar realidades, despejar
horizontes, esclarecer verdades, es algo inherente a la naturaleza humana.
El gremio de
quienes escriben, son en apariencia seres comunes y corrientes que viven los
mismos años que cualquier otra persona. En climas tropicales, como los
nuestros, según la expectativa de vida, en un país asediado y bloqueado, viven
hasta los 65 años. Hay quienes retan los 80. Esta acumulación excesiva de
juventud es todo un acto de altísima heroicidad que amenaza y desafía en forma inusual y extraordinaria a
la prepotente maquinaria de la desinformación internacional y la vergonzosa
mediática criolla.
Para describir el
presente, la escritora o escritor viven el pretérito pluscuamperfecto y el futuro
en todas sus conjugaciones. Siempre ejercen este oficio, más allá de la
relativa realidad de la existencia, viven, reviven y reaniman lo ocurrido hace
cientos o miles de años. Son testigos de
primera línea de todo lo ocurrido a la humanidad. Mediante la escritura están presentes en la
Batalla de Carabobo, y es como haber nacido hace 200 años. Investigando
penetran de lleno en las batallas de Las Queseras del Medio, Ayacucho, Junín, Juncal,
San Félix, las proezas en Maturín y Matasiete, que significa estar presentes en
tres siglos de lucha.
El escritor rompe
con el tiempo, se burla de la muerte y celebra la vida, máximo don del
universo. Nacer y morir es un mero punto dentro de la eterna línea de la vida, la brevísima existencia es un segundo en
el océano del tiempo. No obstante, la escritora (or) puede recorrer siglos y
estar con su bolígrafo o en el teclado presente en lo ocurrido hace 2020 años
cuando nació Jesús o en el lecho donde nació Bolívar, adentrarse en los años
para verificar el magnicidio de Sucre en Berruecos, o vivir varios siglos en el
futuro mediante el ejercicio de la ficción y la predicción.
La mujer que
escribe con su bebe pegado a la teta es inmortal. La poetisa que sueña,
mientras dibuja un verso con el bolígrafo,
no muere nunca. Quien lee y escribe puede vivir la vida suya y la de los
demás por muy remota que sea en el tiempo, por muy distante que sea en el
espacio. Quien lee y escribe rememora y predice sujeto a la realidad de los
hechos; así se supera así mismo en su condición terrenal y se proyecta hacia
otros planos, puede penetrar otras atmósferas y navegar otras dimensiones.
Todos los planos, incluso los
desconocidos, le son suyos por mera voluntad.
La escritora y/o
escritor son una máquina del tiempo. Pueden trasladarse a la masacre de May Lai,
estar en la rotunda paliza que el pueblo vietnamita propinó a los marines,
presenciar el ocaso de Napoleón en Waterloo, ver a Lázaro resucitado por el amor de su mejor amigo
Jesús. Pueden avanzar en el tiempo y vaticinar la caída de la bestia imperial o
remontarse a las primeras comunidades agrícolas y socialistas de los pueblos
mayas o neardentales.
Se celebró hace dos
días el Día de la Escritora. Coincide la fecha con el natalicio de Don Andrés
Bello padre de la gramática castellana moderna, quien de joven daba clases de
idiomas, bajo la sombra de un samán, al niño Simón Antonio de la Santísima
Trinidad. El samán todavía esta ahí, más abajo de la Biblioteca Nacional, como
árbol centenario todavía nos regala el eterno intercambio de dióxido de carbono
por oxígeno. La fotosíntesis de la vida sigue, los niños deben perdurar bajo el
samán de la lectura, así como la lectura y
escritura perpetuarse en todas las almas… bajo los samanes de Venezuela.
ALEJANDRO CARRILLO