José Laurencio Silva paradigma de lealtad
Publicado: 07/09/2020 01:50 PM
Nació el 07 de septiembre de 1791 cuando la Capitanía General de Venezuela contaba con una población de cercana al 950.000 de habitantes, la Nueva Granada tenía 1.250.000, Ecuador 210.000, Perú 1.100.000 y el Istmo de Panamá 80.000. Cabalgó desde las sabanas de Cojedes hasta los confines del Alto Perú y Bolivia junto a El Libertador y Antonio José de Sucre.
Los 17.8400.000 kilómetros cuadrados del territorio de Suramérica era un escenario de guerra contra el imperio español. En ese teatro de operaciones la lanza gloriosa del guerrero nacido en El Tinaco, sembró la paz, la igualdad y la libertad de los pueblos.
Participó, bajo las órdenes de Francisco de Miranda, en la toma de Valencia. Caída la Primera República, con tan solo 19 años, se destaca como guerrillero en los bosques Guárico y Cojedes. Fue hecho prisionero y estando frente al pelotón de fusilamiento lo salvó milagrosamente la intercesión de su madre. Dios lo reservó para mayores batallas.
Bajo el mando de Bolívar luchó en la Batalla de Taguanes, y en Carabobo fue ascendido a Teniente Coronel. Estuvo en la primera línea de fuego en Bombona y Junín. Actuó en 17 batallas decisivas.
En toda la Campaña del Sur Silva fue la vanguardia del ejército patriota, bajo las órdenes del Mariscal Sucre. En Ayacucho recibió tres lanzazos y fue ascendido a General de Brigada en plena acción bélica.
Al sellarse la derrota total de los monárquicos, los neogranadinos, ecuatorianos y peruanos conservaron su densidad demográfica y aparato productivo casi intacto. Venezuela, en cambio, había entregado más de 400.000 vidas a la causa libertadora. Nuestro territorio fue el escenario de 80 de las 126 batallas libradas desde Caracas hasta Bolivia. Nuestra economía quedó arrasada y las ciudades destruidas. El tejido social y productivo quedó desecho, y los núcleos familiares atomizados. La población total de nuestro país apenas sobrepasaba los 500.000 habitantes.
En 1827 contrajo nupcias con Felicia Bolívar Tinoco, hija de Juan Vicente Bolívar Palacios, De esta unión nacieron siete hijos: María Trinidad, Emilia, Josefa, Juan Vicente, Laurencio, Simón y Felicia. Igualmente procreo fuera del matrimonio a una hija que posteriormente se casó Julián Castro, Presidente de la República.
El 28 de octubre de 1825, fue la ocasión de celebrarse la fiesta onomástica de San Simón en la Villa Real del Potosí en honor a Bolívar. Las damas eran renuentes a ceder el derecho de bailar con un oficial de tez morena. Bolívar para romper el protocolo y desnudar la pacata forma de discriminación mando a parar la orquesta, se puso en medio del gran salón y dijo:
“General José Laurencio Silva, héroe de mil batallas y salvador de la Patria, permítame el altísimo honor de bailar con Usted”.
Acto seguido, llevó del brazo al Gral. Silva al medio del salón y bailaron como buenos amigos en señal de un fraterno y profundo respeto. El murmullo general se convirtió en aplauso y luego en ovación de los presentes. Las damas entonces alegres bailaron con el moreno general.
Silva fue vertical a la causa de la unidad indisoluble de las fuerzas patriotas, y a su jefe máximo Simón Bolívar. Lleva sobre si el prestigio de ser, junto con Rafael Urdaneta, el más leal entre los leales, amén de ser quien ofrendara su mejor camisa de seda para bien morir y amortajar al Padre de la Patria. El Libertador, in extremis, en su lecho de muerte, traicionado por todos, lo designa como su fideicomisario y albacea testamentario.
En 1959, luego de parlamentar con Zamora en Portuguesa, y en contra de la voluntad de la godarria caraqueña, desiste de enfrentarlo. Se avecinaba guerra fratricida. Su sapiencia campesina supo distinguir de qué lado estaban los verdaderos seguidores de Bolívar. Ezequiel Zamora había sido su lugarteniente cuando ambos repelieron la aventura del General José Antonio Páez de invadir a Venezuela y entregarla a fuerzas extranjeras.
Ya anciano se retiró a ejercer las labores del campo. Falleció en Valencia el 27 de febrero de 1873, a los 81 años de edad. Los médicos que efectuaron la inspección del cuerpo inerte quedaron sorprendidos al contar 18 heridas mayores de bala y lanza; y otras tantas heridas menores de esquirlas y sablazos, todas recibidas durante la guerra de independencia.
Leal a Bolívar hasta su último aliento, libre de avaricias y vanidades políticas, e inquebrantable en su fe patriótica, se lo llevó la nave de la eternidad hasta la morada de los grandes y leales servidores de Venezuela.
Por: Alejandro Carrillo