Los aguinaldos, los vinos y la papa
Publicado: 24/12/2021 11:00 AM
En tiempos de navidad
cuando se celebra la vida, se brinda con vino y se ofrecen banquetes domésticos
para la unión familiar, es saludable recordar lo que Latino América ha
generosamente proporcionado al mundo para la salud pública de millones, salvando de le extinción tres elementos fundamentales de la cultura y
economía occidental:
a) La vida de
millones gracias a la introducción de la andina raíz de la papa
cuyas propiedades nutritivas ha evitado por siglos la muerte de millones seres
humanos, en las sucesivas oleadas de hambre que han azotado al viejo mundo
europeo
b) La tradición
milenaria de los Canto de Navidad (Villancicos y aguinaldos) en virtud de la
asombrosa y titánica labor de investigación del maestro Vicente Emilio Sojo,
c) La permanencia de
los viñedos arrasados por la letal plaga de la “phyloxera vastralis” que
arruinó durante décadas las cosechas de la vid europea.
De no
ser por los bienes naturales que la vasta región latinoamericana produce Europa
entera se hubiera muerto cien veces de hambre. Las más de 5.000 variedades de
papa andina provenientes de la meseta peruano-boliviana, y 3.931 variedades de maíz salvaron de las
hambrunas provocadas por la injusta distribución de las tierras y de los frutos
que derivan de ella. Es específicamente muy conocida la gran hambruna genocida -
Great Famine - , provocada por la Corona Británica para exterminar al
católico y papista pueblo irlandés.
La importancia de este tubérculo andino, contribuyó a erradicar las
hambrunas y llegó para quitar el hambre
a todo un continente. Pero los
partidarios del “Laissez Faire – laissez passer”, el libre mercado y de las
Teorías de Malthus sobre la superpoblación, suprimieron toda ayuda a Irlanda. Así
fue que la economía proletaria del
monocultivo de la papa fue afectada por una plaga –tizón tardío o roya - y se aplicaron las teorías liberales de
mercado, contraria a toda intervención
del Estado, dejando al campesinado irlandés abandonado y obligándolos a pagar
altos impuestos en tiempos de miseria. Según este dogma de la economía liberal
sería el libre mercado y la empresa privada la que lograría su propio
equilibrio sin intervención estatal, siguiendo las doctrinas de Adam Smith de
una mano invisible que se encargaba de corregir el hambre y las desigualdades sociales. Desde Londres se
prohibió toda ayuda a Irlanda o cualquier exención o disminución tributaria. La
oligarquía estranguladora británica dio
a la empresa privada el mando, encargada de crear puestos de trabajo por lo que
se cerró el programa de asistencia social al hambriento pueblo celta. El censo
de población de Irlanda registró 8,2 millones de habitantes en 1841. A causa de
este dogma liberal se condenó a la inanición a 1,5 millones de irlandeses,
reduciendo reduciéndose la población a 6,5 millones de habitantes en 1851.
Hoy el Covid-19 y sus
dudosas variantes, probablemente de
laboratorio, nos recuerdan que durante siglos las grandes pestes y hambrunas han sido un problema capital en
para los europeos. La escasa producción de calorías por hectárea llevó a
elaborar las muy pesimistas teorías científicas de sobrevivencia humana versus
producción agrícola. Antes de que el consumo de la papa se difundiera
masivamente el viejo continente era un maremágnum de violencia y saqueos. Un
continuo corta cabezas de terratenientes
degollando campesinos y de campesinos degollando
a la clase nobiliaria y la burguesía parasitaria de siempre.
Desde la Gran Hambruna de
1315-1317 hasta la última gran a hambruna finlandesa, por todos los confines de
Europa erraban moribundos arrastrando
sus huesos cientos de miles sin tener que comer. Y ha sido Latinoamérica la que ha recibido a millones de hambrientos
europeos para darles techo y sustento. Ahora con la crisis de sequías que se
avecinan, en tiempos no tan futuros, por el cese de las lluvias en Europa, la
ausencia del vital líquido nos proporcionara la oportunidad de darles de beber.
En relación a los Cantos de Navidad
dice Alejo Carpentier:
“Venezuela es el País que puede mostrarse orgulloso de haber conservado,
con sorprendente vitalidad y carácter propio, la tradición encantadora de los
villancicos, aguinaldos y parrandas, que en un tiempo acompañaron, en todo el
mundo cristiano, las festividades pascuales. Y digo que “en un tiempo
acompañaron…”, porque sorprende, en verdad, que una costumbre tan grata, fuente
de la más tierna invención melódica, propiciadora de las coplas y pastorelas de
una deliciosa poesía, haya desaparecido tan completamente de ciertos países
donde esa tradición existió hasta fines del siglo pasado. No hablemos ya de
muchas naciones europeas donde el villancico se ha vuelto una cosa erudita,
remozada cada año con gran trabajo, sobre manuscritos nada dicen ya al pueblo.
(Debe reconocerse que los ingleses, en cambio, fueron excepcionalmente hábiles
en conservar y hacer cantar, como una suerte de rito pascual colectivo, sus
“Christmas Carol´s). Lo raro es que ciertos países de nuestro continente, que
recibieron el villancico de mano de los conquistadores y escucharon coplas de
Juan del Encina en los tempranos días de la colonización, hayan perdido, de
modo tan absoluto, la tradición de los aguinaldos y parrandas. Es inexplicable
por ejemplo, que en un país como Cuba, tan rico en fuerzas creadoras de música
popular, el villancico haya desaparecido totalmente, sin dejar rastro. Es
probable que algún sacerdote músico haga cantar coplas pascuales en algún
templo en la Habana o en alguna vieja iglesia colonial, en noche de Navidad. Pero
no encuentra ecos realmente en la memoria del hombre de la calle, ni haya
resonancia en el holgorio arrabalero de lechón asado y plátano verde. Y sin
embargo, mis investigaciones realizadas en la catedral de Santiago, me pusieron
sobre la pista de una serie de manuscritos maravillosos, de Villancicos
compuestos, a mediados del siglo XVIII, por el maestro de la capilla de música
que era criollo. Lo que demuestra que allí la tradición fue tan observada como
en México o Venezuela. ¿ Por qué se perdió, entonces ¿ … ¿Y por qué se perdió
en tantos otros países de nuestra América? …
En Venezuela, en cambio, el
aguinaldo, la parranda, el villancico, son manifestaciones vivientes del
regocijo popular en pascuas. Claro está que la admirable labor de recopilación
y difusión del villancico venezolano por obra del maestro Vicente Emilio Sojo
se es ajena a la pervivencia de la encantadora tradición. Pero hay un hecho
cierto. Y es que, independientemente de conocimiento cabal del villancico y del
aguinaldo a través de los cuadernos que debemos al fervor del insigne músico,
basta que una voz se alce en cualquier parte del País, al son del:
-¡Tun, tun!
-¿Quién es?
-¡Gente de Paz!
Para que un furruco empiece a sonar
no se sabe donde y en un coro salido del norte, sur, añada a compás, y en la
melodía exacta:
-Ábrannos la puerta
Que ya es Navidad.
La conservación, anotación,
difusión, de los aguinaldos, villancicos, y cantos pascuales, donde todavía
perdura su tradición en América, es labor que incumbe a los músicos de nuestro
continente- Labor en la que el maestro Sojo ha dado orientaciones y ejemplos
fecundos. Aún los espíritus más irreligiosos conocen la emoción del canto
pascual, que es una de las manifestaciones más auténticas y puras del alma
popular (“Villancico” era, originalmente, “Villanela”, canción “a lo villano”,
campestre, rústica).
Suerte tiene, pues, Venezuela, de
conservar una tradición que le viene de muy lejos, y haber tenido músicos que a
tiempo se aplicaron a anotar, armonizar, editar, lo que el debilitamiento de
una tradición oral ha dejado de perderse, irremisiblemente, en otros países.
La plaga de la philoxera vastralis
dejó a toda Europa sin buen vino que beber, cuando, desde los Estados Unidos
una enfermedad parasitaria arribó a puertos franceses. El pulgón de la philoxera devastó progresivamente todos los viñedos de Francia,
España, Alemania e Italia propagándose por todo ese continente. Fueron los
antiguos viñedos del cono sur latinoamericano, en especial los chilenos, los
que aportaron sus centenarios cultivos, resistentes a ese mortal parasito, para
recuperar la producción vinícola que hoy disfruta Europa, la cual estuvo en quiebra desde 1870 hasta mediados de
1920.
¡Venezuela y Latino América Unida faro de luz y fuente de vida para la
humanidad! ¡Nosotros unidos venceremos!
ALEJANDRO CARRILLO