Malaverismo: El desacato de Gumersindo

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Publicado: 20/01/2019 06:00 AM

El detective privado que había contratado Agatha Salmerón Mora para que vigilara a su marido, porque tenía la sospecha de que la estaba engañando con su secretaria, estaba sentado en la sala de la casa y listo para comenzar a presentar su informe, pero Agatha lo detuvo un momento.

- Antes de que empieces Sherlok, quiero decirte que si tienes videos, no quiero verlos.

- Sí tengo, señora Agatha. Tengo cuatro. –dijo el detective.

- Me los das para quemarlos. Yo confío en tu palabra.

- Usted ordena, señora Agatha.

Y ahora sí, el hombre presentó su informe y demostró que era cierto, Gumersindo se estaba dando la gran vida con su secretaria. Agatha escuchó el relato, y una vez que estuvo satisfecha, le pidió el número de cuenta a Sherlok para hacerle una transferencia y pagarle, y lo despidió de la casa.

Adolorida. Triste, Compay triste, la señora Agatha llamó a toda su familia. Padre, madre, tíos, y hermanos. Y les contó su tragedia. Les dijo que no quería divorciase, que ella quería seguir viviendo con Gumersindo, pero tenían que aplicarle algún castigo. Y se pusieron de acuerdo para asistir todos a la casa y esperar allí a Gumersindo para juzgarlo. Agatha tenía dos niños, uno de cuatro años y otro de cinco, que no estarían presentes en el juicio que le iban a hacer a Gumersindo. 

Y llegaron padre y madre y cuatro tíos y dos hermanas de Agatha y tomaron asiento. Se pusieron de acuerdo de cómo sería el juicio, y llorosa, pero aceptando la realidad, Agatha llamó a su esposo para que asistiera urgente a su casa porque tenía que decirle algo.

Y cuando Gumersindo se presentó en la casa y vio a toda la familia de Agatha allí, sentada y con unas caras de circunstancias, se imaginó que ya se sabía lo de él y su secretaria. A ese mismo tribunal familiar Gumersindo le había pedido la mano de Agatha. Saludó a toda la familia y a su esposa, y fue el padre de Agatha el que tomó la palabra.

- Estamos aquí para juzgarle, Gumersindo, porque ya estamos al tanto de que ha violado la ley matrimonial, y sobre todo, la soberanía de Agatha. Ya está más que comprobada tu relación ilegal con tu secretaria. 

- Es cierto – dijo Gumersindo- ¿Y qué debo hacer?

- Agatha no quiere divorciarse, pero nos invitó para que juntos llegáramos a un acuerdo.

- ¡Desgraciado! –dijo la madre de Agatha.

- Por favor, mamá, compórtate – dijo Agatha.

- Hemos decidido declararte en desacato –dijo el padre de Agatha.

- ¿Qué?- preguntó Gumersindo.

- Si, desgraciado, porque te estás portando igual que el anodino ese que está en la Asamblea Nacional, que no respetas la ley.

- Mamá, por favor.- dijo Agatha.

Después el padre de Agatha le dijo todo lo que quería decir ese desacato. Le daban un año para que intentara salir del desacato. Mientras tanto no podía ver a sus hijos, ni muchos menos hacer el amor con Agatha, y tendría que volver a la casa un año después que hubiese cumplido con todos los requisitos.

Gumersindo Acosta quiso apelar, pero supo que ante ese tribunal que tenía todas las pruebas consigo, era imposible. No le quedó más que aceptar el desacato. Y todo triste y lloroso, porque en verdad quería mucho a Agatha, se despidió de ella.

Todos los días Gumersindo llamaba a Agatha para decirle que "esta noche voy para la casa, mi amor, porque yo te quiero solo a ti”. Y Agatha solo le decìa:

- Estás en desacato, Gumer.

Gumersindo le contó a su compadre que estaba en desacato con su esposa, y estaba haciendo todo lo posible para salir de ese desacato porque sentía que lo estaban siendo vigilando por si acaso violaba la ley. Y el compadre le dijo:

- Por lo menos tú cumples con tu desacato, pero el anodino que está en la Asamblea Nacional se la da de guarimbero y no quiere pararle a la ley.

Pasó el año, y nuevamente el detective volvió a la casa de Agatha a presentar su informe. Y dijo que Gumersindo había cumplido al pie de la letra con todo lo estipulado por el tribunal familiar, porque él lo había seguido durante ese año y el hombre salía directo pasa su pensión.

Gumersindo volvió a su casa justo el mismo día que se cumplía el año de su desacato, y dicen los vecinos que aquella noche no pudieron dormir, porque hubo fiesta toda la noche en casa de Gumersindo, celebrando la salida del desacato.

Roberto Malaver

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