Malaverismos: The Washington Post da un golpe
Publicado: 01/03/2020 06:00 AM
Ante la investigación del diario The
Washington Post, donde se puso de manifiesto que en las elecciones que dieron a
Evo Morales ganador de la presidencia en Bolivia no hubo ningún fraude, como
aseguró la OEA, los miembros caídos de la oposición se reúnen para analizar ese
“golpe mediático”, como lo están llamando.
- El
compañero Almagro –a quien nadie quiere por sinvergüenza- dice que la
investigación del The Washington Post tiene errores y no es científica, pero
todo el mundo cree más en el diario que en la OEA –dijo Antonio Ecarri.
- Eso es
verdad.- comentó William Dávila
- Ahora
Almagro no se conforma con darle un golpe a Evo, también quiere dárselo a The
Washington Post.- dijo Stalin González, mientras veía en su celular en mensaje
que le había enviado desde Colombia Julio Borges.
- Está
pasando lo mismo que nos pasó a nosotros con la ayuda humanitaria. Todos
nosotros salimos a decir que los chavistas habían quemado esa ayuda
humanitaria, hasta que The New York Time dijo que habían sido los compañeros colombianos
que teníamos allí, y todo el mundo supo la verdad y nosotros nos hicimos los
locos.- Apuntó Ramos Allup.
- Si
seguimos así, la gente va a saber que todos somos unos unos verdaderos
sinvergüenzas –dijo Juan Pablo Guanipa, y después se tomó un Gatorade que tenía
en una cava que había llevado.,
Los
miembros caídos de la oposición habían sido llamados a reunión para discutir el
nuevo CNE, pero, ante la noticia del The Washington Post, decidieron cambiar el
tema y dedicarse al golpe en Bolivia. Habían llegado temprano, cada uno con una
lista de compañeros para que fueran incorporados a la lista de postulados como
nuevos miembros del CNE, pero decidieron aguantar las listas mientras tanto.
- Si todos
creemos en el gobierno y en los medios de Estados Unidos, también tenemos que
creerle a The Washington Post.- señaló Omar Barbosa- No es por nada, pero les
digo una vaina, yo creo que el diario tiene la razón.- terminó diciendo.
- Tiene
razón el compañero Ramos Allup –dijo Edgard Zambrano-. Todos somos unos sinvergüenzas.
- Eso es
verdad.- dijo Andrés Velásquez quien estaba entrando y no sabía de qué estaban
hablando.
- Señores,
The Washington Post ha dado un golpe.- volvió a decir Ramos Allup.
- Lo que
no hemos podido dar nosotros.- dijo Guanipa.
- Eso es
verdad.- Volvió a decir Velásquez.
Ramos
Allup se puso de pie y enderezó el retrato de Rómulo Betancourt que estaba un
poco desviado en la pared principal de la sala. Viéndolo de frente le dijo:
-
Compañero Rómulo, las cosas no son como antes.
- Ojala
que a The Washington Post no se le ocurra hacer una investigación acerca de la
votación pasada en la Asamblea, y descubra que nosotros hicimos allí un fraude
para seguir con Guaidó en la presidencia –dijo Antonio Ecarri.
- Ahí sí
es verdad que la gente que nos sigue se va dar cuenta de que somos unos
verdaderos sinvergüenzas.- volvió a decir Omar Barbosa.
En la
cocina, Críspula Salazar freía los tequeños y mientras les daba vuelta decía:
-¡Qué
gentecita¡. Tan fácil que es ser demócrata, y ellos se empeñan en ser otra
cosa.
El
chirriar de los tequeños se escuchaba perfecto en la Sala Rómulo Betancourt, y
a Andrés Velásquez se le hacía la boca agua.
- Hoy esos
tequeños como que vienen mejor que nunca- pensó.
- Si es
verdad que los medios son nuestros aliados, nada nos cuesta hablar con Vecchio,
nuestro embajador en Estados Unidos, para que le pase unos dólares a esa gente
y digan que se equivocaron, que cometieron un error y que sí hubo golpe en
Bolivia. Además, no hay que olvidar que ya Bolivia está con nosotros en el
Grupo de Lima.- dijo William Dávila.
-¿Tú crees
que esos periodistas son como los que tenemos aquí, que venden el país por un
plato de lentejas?- preguntó Omar Barbosa.
- Esa
gente no cae en eso. Ya lo dijeron, y los medios, por lo menos allá, en Estados
Unidos, están para decir la verdad- dijo Ramos Allup.
- Mejor
esperamos para ver qué pasa, porque sí Almagro no se defiende, entonces es
mejor que se vaya de la OEA.
Y mientras
los miembros caídos seguían discutiendo la investigación de The Washington Post,
Andrés Velásquez, sin que nadie lo viera, llegó hasta la cocina y comenzó a
comerse los tequeños, sin pararle a la señora Críspula quien le decía:
- Todavía
no, señor, Andrés, espere.
- Esto no espera más, señora Críspula.
Y cuando los demás miembros caídos se dieron cuenta de que en la cocina había alguien dándose vida con los tequeños, se olvidaron del golpe de The Washington Post y se metieron en bloque a hacer cuórum en la cocina.
ROBERTO
MALAVER