Omar Torrijos: solidaridad internacional, canal y magnicidio
Publicado: 30/08/2018 11:05 AM
El 18 de mayo de 1877 Colombia firmó con Francia el
tratado Salgar – Wyse. Bogotá otorgó concesión
de 99 años a favor de la Compañía Universal del Canal Interoceánico de Panamá. Con
el concurso de Francia y de Ferdinand de Lesseps, promotor del Canal
de Suez quien curiosamente no era
ingeniero, se dieron pasos audaces y
temerarios. La suerte no los acompañó en la culminación de la vía internacional
de navegación. El transoceánico que conectaría el Pacífico con el Atlántico acabó
en gran desastre, plagado de escándalos financieros, fraudes y quizás con la
mayor cantidad de muertes y accidentes laborales ocurridos en la historia. La
fiebre amarilla, la malaria, la disentería, picadas de culebra y fatalidades propias de las infrahumanas
condiciones de trabajo acabaron con miles de obreros. De los 75.000 zapadores se estima que
30.000 murieron durante la construcción del canal.
En Washington cocinaban otra gran pesadilla americana. La República de Panamá es una invención
personal de Theodore Roosevelt, alias Teddy. Tras el estruendoso fracaso del
proyecto francés, la Casa Blanca presionó
a la godocracia bogotana para firmar un tratado a la medida de sus exigencias imperiales. Teddy Roosevelt quiso
garantizar que la construcción del canal fuese para el exclusivo provecho de
Estados Unidos. La godarria colombiana se creyó omnipotente y en menos de los
que espabila un presbítero trastornado, Teddy los despojó de 75.400 Km
cuadrados de territorio, más lo que hoy
constituye uno de las rutas geoestratégicas más importantes de la navegación
mundial.
El 13 de junio de 1.903 apareció publicado un
comunicado de prensa en el diario New
York World, en el cual se anunciaba una rebelión que aún no había ocurrido
en la zona del canal, el cual es del siguiente tenor:
“Información
cierta ha llegado a esta ciudad que confirma que el Estado de Panamá, el cual
abarca la zona del canal, esta pronto a separarse de Colombia y entablar con Estados Unidos un tratado sobre el canal.
Si el Congreso
de Colombia no ratifica el tratado sobre el canal entonces el Estado de Panamá
así lo hará. Una clase de gobierno republicano será a tal efecto organizado.
Este plan será de fácil ejecución por cuanto el ejército colombiano solo tiene
poco más de 100 soldados destacados en el Estado de Panamá”
De manera que una rebelión que no había ocurrido
y una república que era inexistente,
fueron fabricadas anticipadamente en la
prensa, tres meses antes que se consumara lo anunciado. La rebelión, si es que
eso se pueda llamar rebelión, fue finalmente organizada por un empleado de la
compañía francesa, el ingeniero Phillipe Bunau-Varilla, quien contó con el
apoyo de los empresarios locales que habían entablado negociaciones con Wall
Street. Al momento que las despabiladas
autoridades colombianas se percataron de lo que se estaba cocinando ya era
demasiado tarde.
El 02 de noviembre de 1.903 los marines arribaron a
suelo panameño. Cuatro días después los
Estados Unidos reconoció la independencia del soberano estado de la República
de Panamá. De un solo zarpazo Colombia fue expoliada de su vital territorio, sin que pudieran
arribar a tiempo los refuerzos que habían enviado. Los oficiales al mando de
las tropas colombianas fueron agasajados y se les brindó transporte y almuerzo
antes de despacharlos de vuelta a su casa.
Posteriormente se firmó entre la fallida empresa francesa
y Estados Unidos el tratado Hay-Bunau Varilla, que otorgaban a perpetuidad
todos los derechos de construcción, puesta en marcha y administración del canal
el cual se culminó en los albores de la primera gran guerra mundial.
Pasadas dos
grandes guerras e innumerables protestas contra el tratado, el 9 enero de 1964, un joven oficial observaba indignado a
sus compañeros de armas de brazos caídos, mientras la policía gringa disparaba contra
los jóvenes panameños que querían izar la bandera dentro de la zona del canal. La
policía estadounidense asesinó a 18 manifestantes e hirió unos 200. En la
escena del crimen se recolectaron más de 6.000 capsulas de balas. En este Día
de los Mártires, el oficial observador sería el futuro Líder
Máximo de la Revolución Panameña: Omar Torrijos.
Mientras
Torrijos asume el liderazgo de su país en 1.968 Panamá no llegaba a los
2.000.000 de habitantes, la Guerra
Fría es una conflagración en apogeo.
Panamá estaba rodeada de militares trogloditas en el sur, dictadores vecinos,
gobiernos complacientes y un contexto hemisférico signado por el anticomunismo.
El entorno sumaba al Mariscal Tito y las cancillerías de Venezuela, Colombia y
Perú entre sus pocos aliados. Torrijos
jugó el papel de lobo solitario.
Tenía poco apoyo en su empeño de rescatar la soberanía total sobre la zona y
funcionamiento del canal.
Las dictaduras de Videla en Argentina, Pinochet en
Chile y Hugo Banzer en Bolivia lo dejaban prácticamente aislado en el plano
regional. Torrijos no era comunista pero fue amigo y admirador del héroe
yugoslavo Mariscal Josip Broz Tito. Tuvo
que batallar solo para impedir que desde el Pentágono y la CIA torpedearan el
tratado definitivo que devolvería todos los derechos del canal a su país.
Como tácticas dilatorias los Estados Unidos asignó
para las negociaciones un embajador
perverso, recalcitrante y obstinado: Mr. Elworth Bunker, quien ya había sido destacado durante siete (7) años en Saigón para demorar
las negociaciones de paz, en términos leoninos y excesivamente favorables
para Washington. Los vietnamitas lo tildaron con el apodo de “El Refrigerador”. La otra táctica en práctica era la de enviar
a la delegación yanqui al lugar de negociaciones (Contadora) por tan sólo una
semana al año. En el transcurso de estos pocos días los diplomáticos norteamericanos
harían gala de sus hábitos turísticos y
finalizada esta se desaparecían por un año.
Omar Torrijos recurrió entonces a la solidaridad
internacional que le tendió la mano amiga del héroe yugoslavo el Mariscal Tito
quien desplegó al segundo organismo multilateral más importante de entonces:
Los no Alineados. Esto creó una gran presión internacional en dos escenarios
fundamentales. Torrijos hace un gran trabajo en la ONU y logró que la Asamblea General sesionará en pleno en la ciudad de Panamá.
Este alicate tuvo un efecto disuasivo importante. Se emitieron acuerdos
conjuntos que reclamaban categóricamente la devolución inmediata de la zona en
reclamación.
Jimmy Carter entendió el mensaje y acudió a la cita
con la historia que concluyó en la firma
de los tratados Carter- Torrijos. Carter también actuó distanciándose de la
CIA, el Pentágono y el todopoderoso aparato industrial militar, lo cual le
costó la no reelección. Para la fecha de la firma de los tratados Panamá
percibía 30 centavos de dólar por cada barco que cruzaba el canal, la zona
perimetral del canal estaba custodiada por
10.000 policías norteamericanos y dentro de la misma vivían 40.000
ciudadanos de esa nacionalidad. Para mayor gloria del imperio los marines
entrenaban sus tropas y las de otros países vecinos en las junglas panameñas en
tácticas de guerrilla.
Un reporte de la CIA fechado 11 de junio de 1.980 expresa:
“el General
Torrijos, continúa en el ejercicio y
control sobre las fuerzas armadas y
tiene derecho de veto sobre las políticas gubernamentales, esta descrito como
una persona volátil, impredecible…….populista demagogo con una tendencia
visceral anti – norteamericana…y adicto a la botella. Se deben también considerar los lazos de
amistad que el General Torrijos ha establecido con los movimientos
revolucionarios de El Salvador y Nicaragua”
En otro documento emitido un mes antes por el Consejo
Interamericano de Seguridad, con dirección en 305 4th Street Washington dice:
“… el
presidente Carter sostiene relaciones amistosas con Omar Torrijos dictador de
extrema izquierda quien es brutalmente agresivo y anti – estadounidense…”
En consecuencia, en 1.981 Carter pierde la reelección,
Reagan asumió la presidencia, el
avión presidencial de Ecuador explota en pleno vuelo, y tres meses más
tarde en circunstancias similares explotó el pequeño avión que transportaba al
General Torrijos a su pequeña casa de Closesito.
Graham Greene (1.902-1.991) amigo personal de
Torrijos, quien en su juventud militó en
el partido comunista británico, escritor
y antiguo miembro del servicio secreto británico (M16) dijo:
“Mientras más
cerca estaba Torrijos de recuperar el territorio y su canal, también más cerca estaba de la
muerte.”
Al estallar el pequeño avión, en la atmósfera quedaron esparcidas las ideas, el espíritu revolucionario, los principios patrióticos del gran panameño, en el aire quedó suspendida la vida misma de Omar Torrijos. La atmosfera latinoamericana está impregnada del alma de Bolívar, Torrijos, Chávez, Sandino, Monseñor Romero, Che Guevara, Sucre, Miranda y otros. La onda expansiva de sus vidas permanece eternamente entre nosotros. Hoy al inhalar y exhalar respiramos su infinita presencia.