Opinión: El Tratado de Versalles y la Pandemia de la Influenza Española
Publicado: 16/04/2018 11:43 AM
Hace un siglo vinieron al mundo, casi juntos, el humillante tratado de Versalles y la aniquiladora Gripe Española. Marcharon de la mano vestidas para matar con el uniforme de los marines. Condecoraron al mundo con varias decenas de millones de muertos. Aunque son hechos históricos distintos, caminaron el mismo trecho en el mismo tiempo, y sus agentes transmisores fueron los mismos. Cuando la muerte sale de fiesta suele viajar sobre los hombros del ejército norteamericano y sus inefables aliados. Tal cual como hoy sucede en Siria. A cien años vista, hoy vivimos en Venezuela una crisis de improductividad devenida en hiperinflación, inducida por el gobierno norteamericano y la UE. Todo ello bajo una fórmula de tortura psico-social parecida a la aplicada al derrotado pueblo alemán, en tiempos pre-hitlerianos.
La Casa Blanca llegó a la conclusión que la revolución
bolivariana es imbatible en procesos electorales y se percata de la baja
catadura política de la oposición criolla, concibió entonces como arma estratégica para
controlarlo: la hiperinflación, las guarimbas, la guerra
económica, la substracción masiva de
nuestro papel moneda y productos
subsidiados. Aplicó la técnica extractiva del fracking (fractura hidráulica) para aumentar sus
reservas petroleras y el brazo estrangulador del mercado negro a manos de dólar-today. Previamente bloqueó la
adquisición de repuestos a PDVSA, para reducir la producción nacional y
provocar la cíclica caída de los precios.
Son vueltas de tuerca análogas a la asfixia económica aplicada en aquellos
escenarios tortuosos que dieron nacimiento a ese Frankestein político que
fueron los reaccionarios militantes del partido nazi.
Paralela a las
consecuencias del Tratado de Versalles, la Pandemia Española, que de española
no tuvo nada, propagó toda suerte de
calamidades, que llegaron hasta nuestros puertos. Una navegó sobre la
hiperinflación y depreciación del marco alemán, la otra navegó desde USA en
barcos cargados de tropas infectadas.
Decía
el profesor de economía política Juan Bautista Fuenmayor: “La inflación es el
cáncer del capitalismo”. La inflación sucedida de hiperinflación son hechos
inherentes al capitalismo. Sus crisis cíclicas y bipolares, son instrumentos de guerra dirigidos por el
gran capital para desahuciar el ahorro,
quebrar el salario, disminuir el esfuerzo humano, anular el trabajo individual y comunitario. Esas son
sus características.
El trabajador y el pequeño propietario ven sus
vidas y el espacio vital creado por sus ahorros y esfuerzo laboral desarticulado, en tanto que el gran capital ocupa los
espacios devastados y cuenta sus grandes beneficios.
Este proceso inherente al capitalismo en algunos casos crea otras malformaciones políticas, sociales, destructores del tejido social y la solidaridad humana.
La lucha
por el control de los países coloniales, control de las materias primas, llevo
a la primera guerra mundial. Alemania fue derrotada. Emergió el imperialismo
norteamericano como potencia mundial. Desaparece el imperio Austro Húngaro. Se
hunde el imperio otomano. Surge la República Turca de Ataturk.
Rusia
derrotada por Hindenburg en la batalla de Tannenberg entra en crisis, cae la
supremacía zarista de los Romanoff, en febrero de 1917.En octubre los
bolcheviques toman el poder en nombre de la clase obrera y el campesinado.
En
el curso de la gran guerra creció el
credo de la superioridad aria, la fragmentación de los imperios centrales.
Alemania, Austria, la caída del zarismo le dió nuevas fuerzas. Surgen por el
dictado de Versalles nuevos países: Rumania, Checoslovaquia, Polonia, Hungría
Bulgaria, Finlandia, Letonia, Estonia y Latvia. La superioridad aria se
convierte en bandera y aglutinante político.
Venezuela
como parte del mundo colonial, sin
apenas darse cuenta, pasa del área de
influencia británica a la norteamericana. Sobre los lomos del crudo venezolano
cabalgaron los buques norte americanos cargados de marines portadores de la peste española. Esta
pandemia trasmitida por las tropas gringas mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el
mundo. Fue gestada en los campamentos militares de Fort Riley, Kansas-USA y
llevada a puertos franceses por donde entraban las tropas imperiales con su virus
letal. Como bayonetas viajaron juntas la guerra y la peste para clavarse en el
pecho de quien fuera para asentar la hegemonía del naciente imperio
norteamericano.
En Venezuela hubo 20.000 decesos. El Dr. Luis
Razzeti batalló contra la peste, mientras el bagre Juan Bisonte Gómez regalaba
el país a pedazos y a su vez lloraba
lágrimas de cocodrilo por la muerte de su hijo Ali Gómez víctima de la peste. ¡Que
bagre tan bruto y complaciente!, dirían sonrientes los dueños
de las transnacionales beneficiadas por el dictador también complacido.
Por
esos tiempos el militarismo alemán forjado
por los “junkers” (jóvenes señores terratenientes prusianos) se adueñó del
escenario político y se lanzó a la
primera guerra mundial con los ojos vendados. Esto son los grandes derrotados de la Primera Guerra
Mundial, para ocultar su revés, inventan la puñalada trapera: acusando al
gobierno republicano de Weimar, integrado por socialistas y socialdemócratas,
de traicionar al ejército y pactar la rendición en Versalles.
Fue un artista frustrado y aventurero: el
cabo mensajero de trincheras, Adolfo Hitler, quien supo conjurar
las circunstancias y aprovechar su histriónico y vehemente discurso
supremacista. Se incorpora a los
“freikorps” para enfrentarse a la izquierda (la liga de Espartaco). Es reclutado
por Ernst Rohm, jefe de los grupos paramilitares denominados “los camisas
pardas, a quien más tarde asesinaría, en ambos casos tiene gran éxito. Los capitales
inglés, francés y norteamericano, quiebran a la economía alemana. Un pan vale
un día cuatro millones de marcos, al otro día diez millones. Se llegan a
emitir billetes de doce cifras y la
inflación corría paralela en esa misma longitud de dígitos. Decir
Hiperinflación es decir hiperdevaluación
o lo que es lo mismo hiperdepreciación de la moneda. Decir Hitler es decir oposición venezolana,
ambos son hijos políticos de la hiperinfación. Ambos son engendros creados en
los laboratorios de guerra económica que desde los centros de poder financiero
pretenden poner de rodillas la dignidad
de un país. Salvando las distancias en tiempo y espacio, en nuestro sagrado
suelo patrio la oposición la malandra, saqueadora, bachaquera y
contrarrevolucionaria no llena las expectativas exigidas por sus mentores en la
Casa Blanca y la UE.
Hitler fue producto del Pacto de Versalles, hijo político de la gran crisis hiper inflacionaria de la República de Weimar, fue el líder del partido nacional socialista, en combate de calle contra comunistas, homosexuales, gitanos, progresistas, masones, socialistas y revolucionarios. Progresivamente captó al pueblo alemán desesperado por la derrota y la hiperinflación. Pacta con la oligarquía alemana financiada por Kennedy, J.P. Morgan y la “city de Londres”. Objetivo aplastar la revolución pro- socialista alemana, contener la revolución mundial proclamada por la internacional comunista; llevar a Alemania a la guerra con Rusia.
El antiguo laboratorio que forjó circunstancias vergonzosas contra la República pro socialista de Weimar, fábrico ese macabro liderazgo hitleriano para luego abanlanzarse contra él. Hoy esas mismas fuerzas del mercado neoliberal tratan de avivar ese zombie político que es la oposición venezolana. Como estas fórmulas fallan la internacional mediática USA - Unión europea, aportará nuevas salidas al viejo sangriento y sediento minotauro.
ALEJANDRO CARRILLO