¡Viva Zapata!
Publicado: 10/04/2019 09:39 AM
Emiliano Zapata
nació en la población rural de
Anenecuilco en el estado de Morelos, donde las comunidades campesinas e
indígenas estaban bajo la constante
presión de las clases dominantes que ejercían el monopolio de las tierras y el agua destinadas a la
producción de caña de azúcar. Los terrófagos criollos contaban con el apoyo del
dictador Porfirio Díaz quien tiranizó durante
treinta y seis años (1876-1911) al campesinado.
El joven Emiliano
participó en varios movimientos políticos contra el “porfiriato” y la clase
terrateniente de hacendados. Cuando irrumpió
la Revolución Mexicana en 1910 ya estaba posicionado como un líder central de
los campesinos en la revuelta de Morelos.
En cooperación con
un número de otros líderes campesinos Zapata conformó “El Ejército Libertador
del Sur” del cual el pronto pasó a ser el líder indiscutible. Mientras Doroteo Arango –Pancho Villa – conformó el
frente revolucionario del norte. Así comenzó la revolución precursora de todas
las revoluciones del siglo XX.
El detonante de la
Revolución Mexicana fue la aplicación de las leyes de desamortización de 1856
que declararon baldías las tierras corporativas y de las comunidades indígenas,
mediante la cual grandes extensiones de tierras cultivables pasó a manos de
pocos terratenientes capitalistas. Para 1910 menos del 1% de las familias
mexicanas eran propietarias del 85% de las tierras con vocación agrícola y
ganadera.
Durante los 37 años
de dictadura Porfirio Díaz expolió a las comunidades mayas, tzotziles, coras,
huicholes, rarámuris y yaquis, siendo estos desplazados de sus territorios
ancestrales y confinados a trabajar en régimen de semi esclavitud en haciendas
de terratenientes al sur de México.
Las fuerzas
zapatistas contribuyeron en la caída del régimen Porfirio Díaz cuando derrotaron
al Ejército Federal en la batalla de Cuatla. No obstante la victoria obtenida Francisco
Madero, en su condición de nuevo presidente de México, desconoció la
importancia de las tropas zapatistas en el derrocamiento de la dictadura de
Díaz y los relegó al papel de simples “bandidos”.
En 1911 Zapata
promulgó una verdadera reforma agraria:
El Plan Ayala. Fue la reconquista de las
tierras que habían sido robadas bajo títulos falsos y falsas delimitaciones a las
comunidades ancestrales indígenas y campesinas.
Cuando este plan de
redistribución de las tierras fue promulgado Francisco Madero ordenó a las
Fuerzas Federales del gobierno central desterrar a los zapatistas y abolir las
reivindicaciones obtenidas. Sus generales recibieron instrucciones de poner en
práctica la guerra de tierra arrasada, la política de desterrar por la fuerza a
los habitantes de sus parcelas e incendiar pueblos, villas y caseríos. También aplicó la recluta para el servicio militar obligatorio, o el
envío a campos de concentración (haciendas) con trabajos forzados al sur de
México.
Esto aumentó la
popularidad de Zapata entre los campesinos quien fue capaz de erradicar las fuerzas
de Madero y su General Victoriano Huerta
echándolos fuera del Estado de Morelos.
En 17 de febrero
1913 el general Victoriano Huerta firmó un pacto con el embajador de los
Estados Unidos junto con un sobrino de
Porfirio Díaz, llamado “el Pacto de la Embajada” para reinstaurar la
dictadura. Acto seguido el Presidente Madero y su vicepresidente fueron obligados a firmar la
renuncia y diez días después fueron asesinados. Así mediante esta maniobra y
con la anuencia del procónsul imperial estadounidense, el alcohólico Victoriano
Huerta, se autoproclamó presidente de México.
Un año más tarde, en julio de 1914, una coalición de fuerzas de los
ejércitos del norte comandadas por Pancho Villa, Venusiano Carranza y Álvaro
Obregón sacaron a Huerta del poder, con el apoyo del Ejército Libertador del
Sur comandado por Zapata.
Para darle
continuación al “Plan Ayala”, ideado por Zapata, los jefes de
la revolución se reunieron para refrendar “la Convención de Aguas Calientes”,
cuyas bases servirían para establecer la correlación de fuerzas y el
establecimiento de una verdadera reforma agraria, pero tanto Villa como Zapata
rompieron con Carranza y el país entero entro en una guerra civil que
continuaría hasta 1920.
Zapata por su parte
centro sus energías en la reconstrucción del Estado de Morelos que estaba bajo
su control, instituyendo las reformas agrarias que había concebido en el Plan
Ayala. Dicho plan había sido el fruto de
la discordia en la ruptura con Carranza.
Cuando Venusiano Carranza
logró derrotar a Pancho Villa “el Centauro del Norte”, inmediatamente enfiló
sus tropas para tomar el control del
Estado de Morelos y aniquilar a Zapata
en el sur. De nuevo aplicaron contra estas poblaciones la política de tierra arrasada e incendio de las
zonas agrícolas para desterrar a los zapatistas.
Emiliano Zapata como Jefe Supremo del Ejercito del Sur desplegó entonces una guerra táctica de guerrillas contra los
carrancistas y de nuevo retomó el control de su estado de Morelos en 1917, derrotando
al ejército carrancista.
Hace hoy cien años,
el 10 de abril de 1919, Zapata aceptó
una reunión con un enviado de Carranza en la Hacienda de Chinameca-Morelos.
Bajo engaño asistió y resultó ser una emboscada en la que fue asesinado
cobardemente a traición.
Treinta y nueve
años antes Emiliano Zapata nació como el noveno de diez hijos, recibió una
educación limitada de su profesor Emilio Vara como tenedor de libros y
asistente de contabilidad. A la muerte de su padre tuvo que asumir la
manutención de la familia alquilando grupos de mulas para el transporte mercancías y
ladrillos de las haciendas locales de Chinameca, fue un empresario del campo
exitoso.
Conviviendo con las dificultades económicas de su familia Zapata
llegó a comprender la dominación de la clase terrateniente y la constante expansión de sus dominios usurpando por la vía de los hechos cumplidos y arbitrariedades consumadas la legítima
titularidad de los derechos campesinos. Las prácticas expansionistas de los
terratenientes y la usurpación de tierras violando títulos legítimos tuvo honda repercusión en su conciencia.
Emiliano Zapata
hablaba con fluidez y leía a la perfección el Nahualt - todavía hoy en uso por
más 1.700.000 personas- la cual fue lingua franca ampliamente extendida
en casi todo México antes, durante y después de la colonia, hasta nuestros
días. Esto le dio suficientes conocimientos para discernir sobre la veracidad
de los antiguos documentos, los cuales eran redactados en ese idioma
ancestral para asentar los títulos de propiedad otorgados a los pueblos originarios.
Emiliano Zapata
permanece como un ícono de la revolución mexicana, cuya trascendencia va más allá del tiempo
y sus fronteras. En San Cristóbal de las
Casas diariamente se le rinde homenaje entre tequilas y rancheras. Como un símbolo viviente galopa en la intrincada Selva Lacandona de Chiapas; y aún late más que nunca en el corazón de millones
de seres que aspiran tanto a la justicia
social como a la defensa y
distribución equitativa de aguas y tierras.
ALEJANDRO CARRILLO