Prontuario de Edmundo González avala su nuevo rol como jefe de operaciones terroristas en Venezuela
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Publicado: 01/08/2024 12:36 PM
El representante del extremismo opositor, Edmundo González
Urrutia, un personaje que hasta hace poco era desconocido para la mayoría de
los venezolanos, ahora se presenta como el jefe de las operaciones terroristas en
el país, ejecutadas tras conocerse los resultados de las elecciones
presidenciales del pasado 28 de julio, en las que resultó triunfador el
candidato de la Patria, Nicolás Maduro.
Durante una campaña en la que se dejó ver muy poco en
apariciones públicas en las que trataron de mostrarlo como un pobre señor con
cara de “buena gente”, pero con el rostro visible de su titiritera María Corina
Machado, se fueron develando sus verdaderos planes, que no era precisamente la
ruta electoral.
A lo largo de la campaña electoral surgieron una serie de
revelaciones que ubican a González Urrutia como una persona totalmente contraria
a la que querían reflejar. Este personaje trabajó en la Embajada de Venezuela
en El Salvador durante la gestión del pseudoperiodista Leopoldo Castillo,
apodado como El Matacuras por su papel en la Operación Centauro, durante la
cual fueron asesinados varias monjas y sacerdotes, entre ellos el padre Oscar
Arnulfo Romero, canonizado por la Iglesia católica.
En aquellos turbulentos años 80, El Matacuras fungía como
embajador de Venezuela en el país centroamericano, y González se desempeñaba
como Tercer Secretario de la representación diplomática, teniendo un papel despreciable
en las violaciones a los derechos humanos y masacres ocurridas durante esos
años. Operaciones de guerra psicológica y asesinatos selectivos se realizaban,
planificaban y financiaban desde la legación. Su participación activa en estos
hechos y su estrecha relación con líderes de grupos paramilitares, como Roberto
D'Aubuisson, evidencian su complicidad y corresponsabilidad en estas atrocidades.
En la trayectoria de Edmundo González también figura que fue
captado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), por sus siglas en inglés)
en la década de los 70, cuando se desarrollaba el Plan Cóndor, ejecutado entre
1973 y 1990 para mantener a las dictaduras de derecha del Cono Sur.
Está históricamente comprobado que entre 1958 y 1973,
Venezuela fue el país donde se estrenaron, ensayaron y perfeccionaron métodos
de seguimiento, detención, tortura y desaparición de perseguidos políticos. Se
pusieron en práctica todos los contenidos del Manual Kubark de la CIA, destinados
a derrocar gobiernos democráticamente electos y exterminar a miles de personas
afectas a la visión izquierdista de sus gobiernos.
El hallazgo de los Archivos del Terror en 1992
por parte del abogado paraguayo Martín Almada, reveló la magnitud de las
atrocidades cometidas en el marco del Plan Cóndor, con más de 130 mil víctimas,
torturas, desapariciones y exilios forzados. En estos archivos se encuentran
actas de interrogatorios, fichas de detención, minutas de reuniones secretas y
nombres de diplomáticos que participaron en tales actividades, incluyendo a
González Urrutia. No es de extrañar que Edmundo esté mal de salud y no pueda
conciliar el sueño, sabiendo que estos archivos lo culpan directamente a él y a
su jefe, Leopoldo Castillo, de miles de muertos en todo el continente.
González Urrutia siempre ha operado en un contexto de
servidumbre política, simulación y espionaje. Sus escenarios naturales han sido
los teatros de guerra psicológica, persecución política, racismo y desprecio a
la diversidad. Al igual que Luis Posada Carriles, quien simulaba ser anciano y
enfermo para ganar lástima, González Urrutia emplea hoy la misma táctica,
aparentando ser casi un discapacitado mientras sigue orquestando movimientos
violentos para desestabilizar a su país.
En conclusión, la historia de Edmundo González Urrutia es
una oscura crónica de complicidad y participación activa en uno de los
capítulos más trágicos de la historia reciente en América Latina. Su vasta
experiencia en operaciones violentas y terroristas del pasado, denotan que es
el responsable directo de los actos violentos actuales en Venezuela. No se
puede confiar en su apariencia débil; tras esa fachada se esconde un ser
maligno que ha sido responsable de miles de muertes.
REDACCIÓN MAZO