TRES MUERTOS Y 21 HERIDOS EN PLAZA ALTAMIRA (ÚLTIMAS NOTICIAS, 7 de diciembre 2002)

Publicado: 06/12/2023 09:00 PM

Cuatro días después que la Coordinadora Democrática y su vocero Carlos Ortega llamaron al paro indefinido, a las  7:15 pm del día 6 de diciembre de 2002, se produjo un ataque armado en la Plaza Francia de Altamira.

Un pistolero de origen portugués, Joao de Gouveia, descargó tres peines de una pistola Glock punto 40, asesinando a 3 personas e hiriendo a otras 21.

Las víctimas mortales fueron identificadas como Josefina Inciarte, de 70 años de edad y Keila Guerra, de 17. 

El cadáver del profesor Jaime Giraud Rodríguez, quien fue alcanzado por un tiro certero en la cabeza, quedó tendido en la acera, tras recibir el disparo mortal mientras intentaba desarmar al pistolero. Dio su vida impidiendo que se asesinaran a más personas.

El presidente Chávez giro instrucciones de “hacer averiguaciones rápidas de rigor y consideró prudente esperar el resultado de las investigaciones. Hizo un llamado a la ponderación.

Dentro de la confusión hubo más disparos provenientes de armas cortas de otros tiradores que posteriormente fueron también apresados junto al tirador portugués. 

Según las investigaciones, Joao de Gouveia  llegó al aeropuerto de Maiquetía a las 4:15 de la tarde del día jueves, procedente de Portugal, donde permaneciera 15 días.

Al siguiente día, luego de haber dormido en un hotel del centro de la ciudad, "fue en procura de una pistola que días antes había enterrado en el Cerro Ávila. Luego, se dirigió al edificio Tejar de Parque Central y, en la armería Armaros, compró dos cajas de balas tipo Hollowpoint”.

Seguidamente, se tiñó de rojo el cabello, también las cejas, fue al cine y cuando llegó a la plaza Altamira se detuvo en una esquina, para empezar a disparar desde la zona sur del lugar.

Disparó una primera ráfaga de forma horizontal. Entonces una cascada de gritos inunda la plaza y la gente comenzó a lanzarse al suelo, pero el tirador dirige al piso su pistola y siguió disparando sin decir absolutamente nada.

Carga un segundo peine en la pistola y lo vacía al ritmo de cuatro tiros por segundo. Otras armas cortas son accionadas en medio de la confusión, pero nadie identifica de dónde provienen esos otros disparos.

Joao descarga por segunda vez el arma y hasta le da tiempo de poner una tercera carga de balas. Dispara un par de veces más cuando por su espalda llega un hombre que logra despojarlo del arma, asestándole un golpe en la mano con un tubo que le servía de asta para una pequeña bandera nacional.

En los vídeos de esa noche se ve claramente a al general González González, al coronel Rodríguez Salas, al Tte. Varela y a otros militares, caminar en medio de la gente muy tranquilos, mientras todos los demás estaban en el piso protegiéndose. “En los vídeos se les ve portando armas, se ven una gran cantidad de armas”.

Cuando el Cicpc hizo el análisis de las trayectorias de los disparos, se nota que hay trayectorias descendientes, que coinciden con los disparos hechos por Joao, pero hay disparos ascendentes, hechos por personas que disparaban desde el suelo. Hay heridos que no fueron víctimas de Joao, y los responsables todavía están en libertad. Allí había cartuchos que no eran punto .40, que fueron los usados por Joao, sino que había cartuchos 380.

Toda vez finalizadas las investigaciones, el Gobierno de Hugo Chávez concluyó que Joao De Gouveia fue contratado por enemigos de la revolución para crear caos, provocar un conflicto y propiciar su derrocamiento.

Contexto:

Plaza Altamira fue una conspiración a cielo abierto. A veces parecía un cuartel alzado y, otras, un templete o una retreta. Al lado, los tomistas uniformados tenían a la orden un hotel cinco estrellas, el Four Seasons, que fungía de cuartel general. 

Wikipedia se ocuparía del hecho y reseñaría que “tales acontecimientos fueron ampliamente cubiertos por los medios de comunicación privados venezolanos, que tenían corresponsales permanentes que transmitían todas las declaraciones de los militares sublevados”. 

Las más modernas plataformas tecnológicas de la comunicación se instalaron en el sitio. Aquello parecía un tele maratón, sólo que con muertos. Allí llegó un loco de nombre Joao de Gouveia disparando a diestra y siniestra. Dijo que un canal de televisión lo enloqueció. El gobierno dejó que el sangriento reality show se desgastara por sí mismo.

Un día, los medios se mudaron de Plaza Altamira a la CTV y PDVSA, para cubrir durante dos meses el paro y sabotaje petrolero, con sus partes de guerra vespertinos, día tras día (fuente: Earle Herrera).


REDACCIÓN MAZO

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