Un compás de paz
Publicado: 19/01/2021 03:21 PM
Al comienzo del año
1821, ocurrió un verdadero cambio en la vida de Simón Bolívar, su solo nombre
era, después del pacto de armisticio con España
y de la batalla de Boyacá, el
epicentro de todas las noticias en la esfera hispanoamericana y los centros de
poder europeos. La prepotente clase política estadounidense también tenían sus
ojos puestos en el. Todas las decisiones pasaban por sus manos.
Bolívar vio, fronteras afuera, un marco de acción para la
diplomacia. Fernando VII, luego del sexenio absolutista, se vio obligado a jurar la Constitución de
Cádiz de 1812, conocida como La Pepa, y ordenó a sus embajadores negociar la paz
con la naciente república de la Gran Colombia. Al grito de ¡Viva la Pepa!, el pueblo español aclamó su primer texto
constitucional de corte anti-absolutista, y sobre diez años de implacable
guerra, contra Venezuela y la Nueva Granada, se abrió un compás de paz. La
pepa, con su consigna popular anti monárquica, abrió un ángulo estrecho
de negociaciones dentro del círculo de la guerra a muerte.
Al atravesar las
inundadas llanuras de Casanare, ascender los gélidos paramos y caer
intempestivamente sobre Bogotá, su
verdadero objetivo era dirigirse a Caracas. Recuperarla para Bolívar era más que
una obsesión una pasión, o ambas a la vez. Caracas no solo era la sede del
poder político y militar, sino también el núcleo fundamental y la comunidad de
todos sus afectos. La solariega ciudad a las faldas del magnífico cerro, estaba
casi desierta y la peste de la crueldad española azotaba a los pocos que se
negaron a huir refugiándose en sus
casonas o en los ingenios aledaños a la ciudad.
Cuando se abrió este
breve compás de paz Bolívar no escatimo palabras para personalmente interceder
ante el General Morillo por la salud de su tía materna Josefina Palacios y
Blanco, viuda de José Félix Ribas. Esto
ocurrió dos meses antes, durante el histórico encuentro de ambos en Santa Ana. Esta patriota
inmortal, que cuidó de la infancia del pequeño Simoncito, se encerró en su
cuarto durante siete años a la espera de que su sobrino expulsará de Caracas a
los asesinos de su esposo.
Los mantuanos en Bogotá disfrutaban de una dinámica de vida marcada a golpe de campanas para el
llamado a misas, Ángelus, funerales y demás servicios religiosos. En las tardes
se servían suculentas tasas de espeso chocolate y pasteles., Mientras tanto Caracas era el escenario de
los más horrendos crímenes de guerra contra la población civil a manos de los verdugos del Rey Absolutista
Fernando VII.
No obstante, a pesar
de los intercambios diplomáticos, El
Libertador estaba bien informado y sabía
que Pablo Morillo dominaba las principales ciudades de la Capitanía General de
Venezuela y por eso se decidió por una acción envolvente, dejando a Urdaneta, Bermúdez y Páez bien alejados de los frentes
de guerra en la retaguardia occidental, oriental y llanera respectivamente.
Todos ellos, con sus ejércitos, a la
espera de instrucciones de Bolívar para
conjuntamente operar desde distintos frentes en una acción militar que sería la
catástrofe bélica de los realistas: Carabobo.
El 28 de enero
sorpresivamente el pueblo de Maracaibo
se sublevó y fue militarmente tomada siguiendo el plan de Urdaneta. Este osado
imprevisto rompió con los acercamientos que El Libertador adelantaba para dar
por finalizadas la guerra anti
imperialista. Esta noticia sorprendió a Bolívar mientras se dirigía a instalar
la Gran Asamblea Nacional de la Gran Colombia que se efectuó en Cúcuta.
Urdaneta se vio obligado a actuar en forma independiente y entre la concordia con España y su más fiel
general, Bolívar se inclinó por este último. Esta Revolución de Maracaibo se acometió
dentro del más verdadero propósito, espíritu y razón de la independencia y alcanzó un objetivo
cuya relevancia nadie valoraba más que Bolívar. Con esto se consumó la integración de Maracaibo a la Gran
Colombia por lo cual Urdaneta fue condecorado y ampliamente felicitado.
Así fue como, tanto
el contexto internacional, como las
condiciones fronteras adentro inclinaron la balanza del tiempo a favor de
Bolívar y este pudo terminar de esbozar
el diseño estratégico para liberar a Venezuela.
En los primeros días de enero de
1821 Bolívar atravesó todos los puentes diplomáticos con la Corte
de Madrid y sus generales monárquicos en Venezuela para alcanzar un acuerdo
definitivo del cese de hostilidades. Sin embargo, esta política de concordia
fue rápidamente apagada por la sublevación de Maracaibo en contra de los
realistas. El general Urdaneta, actuando por su cuenta, llevó a cabo su propia
revolución violando así el texto del armisticio que audazmente Bolívar
adelantaba para terminar la guerra y propiciar que España reconociera
oficialmente la existencia de la nueva república de la Gran Colombia. El alto
al fuego definitivo y el camino a la paz se vió interrumpido.
Maracaibo había sido
el asiento y domicilio principal de todas las operaciones e intereses de la
Monarquía española desde 1810 en la zona occidental venezolana, Este golpe
significó una debacle moral para los realistas que vieron seriamente afectadas
sus posiciones estratégicas y salida naval a todas las costas del Mar Caribe.
Las revoluciones y
sus ejércitos cabalgan sobre sus estómagos. El tratado de armisticio sirvió para ganar tiempo y
abastecerse. Bolívar impartió órdenes a Páez para que adquiriese el ganado
suficiente para sus soldados, las sabanas venezolanas estaban arrasadas y no
había pasto suficiente para alimentar rebaños durante las largas jornadas que
se avecinaban. También impartió órdenes a Bermúdez, jefe de los ejércitos
orientales para que avanzaran sobre Caracas. Las cartas estaban echadas.
Todo lo que aconteció
en enero de 1821 conllevó a la continuación de las hostilidades y quedaron así
abiertas las puertas de Carabobo. Agregando así a la historia varios episodios
más de inmemoriales batallas para la
posteridad. El armisticio quedó así anulado y solo tuvo 5 meses de vigencia.
Tal era el genio de
Bolívar que acerca de la magnitud y grandeza de sus acciones, su principal contendor, el Gral. Pablo
Morillo, escribió:
“En
un solo día Bolívar destruye todos los frutos de una campaña de cinco años, y
en una batalla reconquista todo lo que habíamos ganado en innumerables
encuentros”
En el subconsciente colectivo
venezolano las voces ancestrales de nuestra conciencia claman por la
culminación de Carabobo. La independencia total está en nuestras manos, en la
revolución de la producción y en la realización de una economía autosuficiente y
autosustentable. Por los siglos de los siglos la luz de Bolívar brilla en las
sabanas inmortales de Carabobo señalando el rumbo anti imperialista y soberano.
¡Viva Carabobo 200!
¡Venceremos!
ALEJANDRO CARRILLO