Chavistamente: Luces, selfies y likes
Publicado: 11/09/2019 04:22 PM
Allí
están, como cada día, sacándose un selfie con una biblioteca de fondo,
siempre una biblioteca atrás, siempre un libro abierto sobre la mesa,
junto un latte doble mocca artesanal. La ceja arqueada, característica
de quienes elaboran ideas tan complejas que solo ellos entienden, un
poco más, un poco más, ¡clic!.
Lanzan
al mar de las redes sociales, a modo de carnada, un selfie y un
pensamiento profundo, crítico, indispensable, buscando pescar retuits y
likes; aplausos virtuales de sus seguidores, amigos que en la vida real
no existen. Pero qué importan los amigos y la vida real cuando lo
importante es orientan a un rebaño bruto que se niega a entender y peor,
que les lleva la contraria.
Lo
importante es poner el dedo en la llaga, sí señor. Así, mientras el
gobierno imperfecto de Nicolás Maduro libra una pelea épica contra el
imperialismo más monstruoso, nuestros pensadores piensan quejas en voz
alta porque el bono del carnet de la Patria no es la solución y no
alcanza, aunque a ellos sí les alcanza, porque no lo necesitan, pero
bueno, ellos hablen en nombre del pueblo que no sabe hablar. Cuando
Colombia arma un falso positivo que buscando que germine en una guerra
contra Venezuela, nuestros pensadores críticos solo pueden opinar sobre
las entradas para un evento en el teatro Teresa Carreño o las manzanas
rojas en el Excelsior Gama que están carísimas y eso de socialismo no
tiene nada. Maduro, entiéndelo de una vez.
Hay
mil problemas, todos lo sabemos, pero nosotros los brutos entendemos
que el papá de todos los problemas, el más importante, el más
apremiante, es la guerra que los gringos nos declararon con su acoso,
con su bloqueo, con las bombas que sueñan derramar sobre nuestras noches
tranquilas. Los imprescindibles iluminados ubican al enemigo en los
residuos de la guerra que el verdadero enemigo nos impone: que si los
huecos en la calle (y con Chávez eso no pasaba, parece), los hospitales
(que jamás ha pisado) “que no tienen medicinas”; que si el internet va
lento, que si la corrupción; que si el dólar -¡ay, el dólar!- porque
todos son economistas, porque Marx se los explicó y ellos lo entendieron
y entendieron que Maduro no entendió.
Entonces,
elaborando desde una irrealidad ideal con mucho petróleo y sin vientos
de guerra, publican selfies con soluciones infalibles para una economía
perfecta, socialista. Un uno, dos, tres mágico que Maduro no quiere
aplicar porque traicionó El Legado que Chávez tampoco aplicó.
No
les hacen caso, se retiran… mejor no se retiran sino retiran su apoyo
para que sientan el vacío que deja el vacío de intelectualidad. “Es más,
yo nunca fui chavista sino marxista” -dicen para que no lo confundan
con la chusma, chusma, chusma, ¡prfff!.
No
son chavistas ni nos quieren, pero insisten en catequizarnos y
-¡cónfiro, qué rabia!- los chavistas insistimos en la herejía maniobrar
como mejor podemos, “cabeza fría y nervios de acero”, en esta realidad
explosiva porque queremos evitar el sangrero, la tragedia, y por
supuesto la derrota.
Insistimos
en no cansarnos y como ellos se cansaron prefieren pensar, coincidiendo
las doñas de El Cafetal, que más que perseverantes, los chavistas somos
ignorantes o jalabolas, según sea el caso.
Insistimos
en evitar una guerra, pero para los ilustrados el bocón es Pedro
Carreño que disuade pelando los dientes, advirtiendo que iniciarse una
confrontación nos defenderemos hasta con las uñas y llegaremos tan lejos
como Bolívar llegó. A Carreño, fuchi, hay que dedicarle un tuit con
tonito de superioridad burlona; a Trujillo Holmes, colombiano que cocina
una invasión contra nuestro país, ni una letrica.
Y
de toda esta impúdica exhibición enanismo mental uno va descubriendo
que más que intelectualidad, más que pureza marxista, más que cualquier
cosa, lo que hay es mucho miedo.
Es
increíble que estos hobbits sabihondos ignoren que miedo tenemos todos.
Lo que pasa es que algunos lo enfrentamos y asumimos nuestras tareas
para vencerlo, mientras otros se escurren disfrazando su cobardía de
indignación. Lo malo es que estos intelectuales de izquierda que
levantan la hoz y el martillo para golpear al que planta cara al
monstruo y se defiende como puede y no como dice el librito, con
demasiada frecuencia terminan siendo instrumentos del imperialismo
monstruoso ¡vágame Marx!. Lo bueno es que, a pesar de ellos, nosotros
venceremos.
CAROLA CHÁVEZ
@tongorcho